La proliferación de casos de corrupción municipal, promovidos desde dentro de las instituciones públicas o con relevantes ramificaciones en ellas, ha situado el combate contra esta destructiva práctica delictiva en el epicentro de los compromisos de los partidos en esta campaña electoral. Sin embargo, y contra lo que pudiera parecer, la preocupación que exhiben las fuerzas políticas y la gravedad de las presuntas ilegalidades que están siendo investigadas en localidades tan dispares como Marbella, Andratx, Seseña o Ciempozuelos no se corresponden con una inquietud creciente y responsable por parte de la sociedad española. De hecho, según los barómetros del CIS, la extensión de los fraudes y de las corruptelas no figura entre los principales motivos de intranquilidad para los ciudadanos, a pesar del impacto político y mediático que suscitan y de las elocuentes estadísticas que revelan, por ejemplo, que casi el 40% del presupuesto de los ayuntamientos procede del ámbito urbanístico. Ese aparente desinterés no debería llevar en ningún caso a los partidos a desentenderse de sus compromisos al no sentirse concernidos por la presión de los requerimientos sociales, y sí a profundizar en una pedagogía que muestre con nitidez cómo la corrupción envilece la democracia y socava el bienestar colectivo.
El fervor demostrado en su reaparición musical por los seguidores de Isabel Pantoja, a la que el juez del caso Malaya imputa delitos contra la Hacienda Pública y blanqueo de dinero, evidencia el esfuerzo que aún tienen que acometer las instituciones para tratar de eliminar esa especie de subcultura en la que sigue primando la trapacería a la honradez. Es obvio que a la tonadillera le asiste el derecho a la presunción de inocencia y que su proyección mediática no debe interferir, ni por simpatía ni por animadversión, en la adecuada instrucción del sumario. Pero resulta cuando menos frustrante que esa misma popularidad permita que quien está incurso en un proceso judicial por corrupción extraiga beneficio económico de la renovada expectación que las acusaciones han generado a su alrededor. Y es del todo censurable que el ascendiente de Pantoja sobre el público haga aflorar en éste actitudes de tolerancia, comprensión e incluso solidaridad hacia conductas que han despertado ya una razonable sospecha de responsabilidades penales. Constituye una falacia intentar distinguir a la ciudadana de la artista, cuando ambos perfiles se han mezclado conscientemente para obtener réditos de la trama marbellí. Aquellos ciudadanos que aún creen que el prestigio profesional resguarda de las conductas delictivas y quienes cuestionan las operaciones judiciales por supuestas componendas de origen difuso sólo favorecen la transigencia y la impunidad de unos comportamientos que sin el repudio social no podrán ser erradicados.
El fervor demostrado en su reaparición musical por los seguidores de Isabel Pantoja, a la que el juez del caso Malaya imputa delitos contra la Hacienda Pública y blanqueo de dinero, evidencia el esfuerzo que aún tienen que acometer las instituciones para tratar de eliminar esa especie de subcultura en la que sigue primando la trapacería a la honradez. Es obvio que a la tonadillera le asiste el derecho a la presunción de inocencia y que su proyección mediática no debe interferir, ni por simpatía ni por animadversión, en la adecuada instrucción del sumario. Pero resulta cuando menos frustrante que esa misma popularidad permita que quien está incurso en un proceso judicial por corrupción extraiga beneficio económico de la renovada expectación que las acusaciones han generado a su alrededor. Y es del todo censurable que el ascendiente de Pantoja sobre el público haga aflorar en éste actitudes de tolerancia, comprensión e incluso solidaridad hacia conductas que han despertado ya una razonable sospecha de responsabilidades penales. Constituye una falacia intentar distinguir a la ciudadana de la artista, cuando ambos perfiles se han mezclado conscientemente para obtener réditos de la trama marbellí. Aquellos ciudadanos que aún creen que el prestigio profesional resguarda de las conductas delictivas y quienes cuestionan las operaciones judiciales por supuestas componendas de origen difuso sólo favorecen la transigencia y la impunidad de unos comportamientos que sin el repudio social no podrán ser erradicados.
laverdad.es
1 comentario:
Hola! la verdad que parece que todo el mundo se "embolsa" dinero a costa de..
La "sra" parece ser que anda descalza y debería en un acto de solidaridad, que el dinero que se ha metido en su c/c, lo dedicase no a obras de caridad, "la caridad empieza por uno mismo", pero si podría donarlo a muchas instituciones de reconocido prestigio, para no verse inmersa en semejante "trapacería" (eso lo haría alguien que tiene cerebro).
Ella no, ella vierte opiniones a "troche y moche", y dá igual, le es indiferente, no creo que sea un ser humano que le cueste llegar a final de mes.
Lo que es denigrante es que haya todavía "cerebritos" que no sé si piensan o no, que el ser "famoso" le dá cancha para hacer de "su capa, un sayo".
Es denigrante que en unas fiestas, las de Valladolid, los vallisoletanos, paguen el "caché", de alguien que "presuntamente es inocente" mientras no se demuestre lo contrario, y que la aclamen como si fuera el honorable "Manolete".
Todo es un sinsentido, ella que ha vendido todo lo vendible, hasta llegar a "poseer" el título de "viuda de España", cada vez que lo escucho, siempre pienso en mi madre, que se quedó viuda con 43 años y con tres hijos para sacar adelante, mi caso no es único, hay muchos más.. Pero mi madre no es la "doña".. ;)
Cuando pasó lo de "Farruquito" pasó más de lo mismo, un delito, ese no es supuesto inocente, es un delincuente, y los "bolos" se los pagaban a millón. Si llega a existir el carnet por puntos, ese necesitaba todos los puntos que se dan en cualquier quirófano.
Incomprensible, que la gente ande tan ciega, o se haga la ciega, el alardear en medio de un juicio, no solo es patrimonio de los "don y doña" descritos.
Cuando Lola Flores cometió un delito probado de falsedad documental, y fiasco a la Hacienda Pública, era una pobre "mártir". Y que uno tenga que escuchar "me hinflan a impuestos".. personalizo, a mi también me gustaría que me inflaran a impuestos, señal de que tendría una gran cuenta corriente llena de "ceros", pero en números negros, no rojos.
Son "penosos", y ellos se embolsarán el dinero, siempre son los mismos, pero jamás tendrán entre sus dones la "inteligencia", solo tendrán la "Hintelijencia".
Un besote.. y siento ser tan dura y tan crítica, pero veo que todo el que llega se embolsa siempre a costa de los mismos, los ciudadanos, me es indiferente de donde sea ese ciudadano, pero la "doña" no cantó ni gratis ni de balde.. :(
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