El ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra comparó ayer el tamayazo, que impidió gobernar la Comunidad de Madrid al socialista Rafael Simancas en 2003 y dio la victoria a Esperanza Aguirre –que había perdido las elecciones ante la izquierda-, con "el exterminio nazi, el lanzamiento de la bomba atómica, el lanzamiento de napalm sobre la población civil en Vietnam o la situación en las cárceles de Guantánamo y Abu Graib". Una gravísima operación aún no investigada, considerada por Guerra como “una vergüenza que hay que lavar”.
Una vergüenza permitida
Una vergüenza que, según informó El País hace dos días y recogió elplural.com en varios artículos, contó con la velada complicidad del entonces fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, nombrado por el PP, que bloqueó todo legítimo intento de investigar quién se encontraba detrás de esta supuesta compra de votos.
Comprando tránsfugas
El ex dirigente socialista, que se preguntó si esa operación se pagó "con el dinero que sacaron con poner la estación del AVE en Guadalajara en un territorio comanche", señaló que a Simancas "le robaron el Gobierno de Madrid comprando a dos personas", en referencia a los tránsfugas Eduardo Tamayo y Maria Teresa Sáez. "Es una vergüenza que hay que lavar", afirmó.
Reparar el daño
Jaleado por cerca de 800 personas que abarrotaban el teatro El Bosque de Móstoles, Guerra aseguró que "es de justicia reparar eso y reponer al presidente de la Comunidad de Madrid", en referencia a Simancas, al que definió como "una persona muy rigurosa y muy trabajadora" que "lo va hacer muy bien" y "de sobresaliente cum laude" en comparación con la candidata del PP, Esperanza Aguirre, a la que se refirió en todo momento como "la señora".
Llamada a la participación
Por último, tanto Guerra como Simancas llamaron al voto de los ciudadanos como única alternativa para vencer a la derecha, beneficiada por la abstención: Guerra afirmó que “la derecha gana o no gana” dependiendo “de lo que se abstenga la izquierda, de los que no van a votar”. Por su parte, Rafael Simancas aseguró que “un voto socialista que se queda en casa es exactamente igual que un voto para Esperanza Aguirre”.
Una vergüenza permitida
Una vergüenza que, según informó El País hace dos días y recogió elplural.com en varios artículos, contó con la velada complicidad del entonces fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, nombrado por el PP, que bloqueó todo legítimo intento de investigar quién se encontraba detrás de esta supuesta compra de votos.
Comprando tránsfugas
El ex dirigente socialista, que se preguntó si esa operación se pagó "con el dinero que sacaron con poner la estación del AVE en Guadalajara en un territorio comanche", señaló que a Simancas "le robaron el Gobierno de Madrid comprando a dos personas", en referencia a los tránsfugas Eduardo Tamayo y Maria Teresa Sáez. "Es una vergüenza que hay que lavar", afirmó.
Reparar el daño
Jaleado por cerca de 800 personas que abarrotaban el teatro El Bosque de Móstoles, Guerra aseguró que "es de justicia reparar eso y reponer al presidente de la Comunidad de Madrid", en referencia a Simancas, al que definió como "una persona muy rigurosa y muy trabajadora" que "lo va hacer muy bien" y "de sobresaliente cum laude" en comparación con la candidata del PP, Esperanza Aguirre, a la que se refirió en todo momento como "la señora".
Llamada a la participación
Por último, tanto Guerra como Simancas llamaron al voto de los ciudadanos como única alternativa para vencer a la derecha, beneficiada por la abstención: Guerra afirmó que “la derecha gana o no gana” dependiendo “de lo que se abstenga la izquierda, de los que no van a votar”. Por su parte, Rafael Simancas aseguró que “un voto socialista que se queda en casa es exactamente igual que un voto para Esperanza Aguirre”.
1 comentario:
Con independencia de la culpabilidad en el nombramiento de los dos elementos, que nadie ha purgado, es lamentable que el Tamayazo, pasados los años siga durmiendo, sin investigación y depuración del tema.
Y el pueblo de Madrid con el PP sacando pecho.
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