Lo sucedido en torno al diputado valenciano del PP Joaquín Calomarde es una clara manifestación de lo que está pasando en ese partido. La destitución de Calomarde en su puesto de portavoz adjunto de Educación se producía horas después de que apareciese un artículo suyo en el diario "El País", en el que revindicaba un PP centrado, centrista y moderado, al tiempo que disentía del boicot de la dirección de su partido a los medios informativos del grupo PRISA. La intolerancia y la represión antidemocrática están presentes y actuantes en la decisión del cese. Lo increíble es que la diligencia del PP persiga las discrepancias internas, ignorando que las mismas forman parte de la riqueza política de los partidos. Pero es que casi simultáneamente han expulsado a ese concejal de Ermua por el terrible delito de haber votado en el Ayuntamiento contra la utilización partidista y antiunitaria del nombre del pueblo, rechazo en el que han coincidido la práctica totalidad de los concejales de ese municipio.
Los máximos dirigentes del PP no tienen más obsesión que la lucha antiterrorista a su exclusiva manera y la ilegalización de todo bicho viviente, sin dejar jamás un resquicio a la posibilidad de resolver el problema del terrorismo por caminos que se separen lo más mínimo de sus postulados intransigentes e irracionales. Al tiempo que hacen callar a esas personas que dentro del partido tienen una concepción más abierta y moderada de la política. Incluso no soportan que haya personas del partido que planteen cuestiones que puedan hacer sombra al monotema obsesivo del terrorismo. Para ellos la corrupción, el problema de la vivienda, la tragedia del cambio climático, la sanidad pública, la profundización en la democracia, la independencia real de la Justicia, las reformas sociales en profundidad... son asuntos inexistentes, pese a que se refieren a lo que más importa a la ciudadanía, al bienestar de todos e incluso a la misma subsistencia del planeta. Para ellos, aquí no hay nada más allá de Otegi, De Juana, la España que se rompe y cosas por el estilo.
Los máximos dirigentes del PP no tienen más obsesión que la lucha antiterrorista a su exclusiva manera y la ilegalización de todo bicho viviente, sin dejar jamás un resquicio a la posibilidad de resolver el problema del terrorismo por caminos que se separen lo más mínimo de sus postulados intransigentes e irracionales. Al tiempo que hacen callar a esas personas que dentro del partido tienen una concepción más abierta y moderada de la política. Incluso no soportan que haya personas del partido que planteen cuestiones que puedan hacer sombra al monotema obsesivo del terrorismo. Para ellos la corrupción, el problema de la vivienda, la tragedia del cambio climático, la sanidad pública, la profundización en la democracia, la independencia real de la Justicia, las reformas sociales en profundidad... son asuntos inexistentes, pese a que se refieren a lo que más importa a la ciudadanía, al bienestar de todos e incluso a la misma subsistencia del planeta. Para ellos, aquí no hay nada más allá de Otegi, De Juana, la España que se rompe y cosas por el estilo.
Pedro Calvo Hernando
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