3 de febrero de 2007

Alcaraz ha convertido la AVT en coartada, o tapadera, del PP

Hay razones poderosas -y profundamente democráticas- para no acudir a la manifestación de Madrid. No se trata de poner en duda, y menos de impedir, el derecho a manifestarse que tienen –faltaría más- la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), el Foro de Ermua y la retahíla de agrupaciones, entidades y grupos que han exhortado a la ciudadanía a salir a la calle. La cuestión es bien distinta. Una cosa es el derecho a manifestarse y otra las motivaciones que esgrimen los promotores de la marcha para convocarla.

Gentes de la AVT siguieron e insultaron a una amiga suya por llevar El País
La concentración de la AVT en Madrid se convierte, una vez más, en una protesta contra el Gobierno. Políticos de izquierda y periodistas sufren la violencia de los manifestantes. Llegados a este punto, hay que advertir que nos encontramos ante una grosera manipulación. Los convocantes pretenden nuevamente dar a la opinión pública gato por liebre. Parece que enseñan una liebre, pero en realidad se trata de un gato. Esta manifestación no va contra ETA. Va contra el Gobierno y, muy singularmente, contra su presidente, Rodríguez Zapatero. No expongo una hipótesis. Subrayo una evidencia contrastada.

Vergonzoso repertorio
Desde que la izquierda volvió al Gobierno, hace menos de tres años, por seis veces -contando la concentración de hoy- se ha repetido el mismo engaño, aparte de otras convocatorias menos espectaculares y menos numerosas, aunque de similar factura. Conviene incluir en tan vergonzoso repertorio las algaradas de corte fascista, impulsadas por la AVT la misma mañana del atentado de la T-4 en Barajas, ya ensayadas por cierto durante la primera gran manifestación, cuando se produjeron aquellos intentos de agresión –o de agresión directamente- al entonces ministro de Defensa, José Bono.

El verdadero rostro
Mi colega y querida amiga María Antonia Iglesias describió con exactitud ayer, en elplural.com, el verdadero rostro de la AVT que preside ese comisario político genovés, llamado Francisco José Alcaraz. Esta organización en los últimos tiempos “se ha significado –decía Iglesias- como lo que es, un grupo de agitación de extrema derecha, que manipula a víctimas inocentes y juega con su dolor”. La AVT no desparrama el bálsamo de la piedad y del perdón, como debiera ser su obligación. Lo cual, además, supondría el más sublime homenaje a las víctimas: a todas las víctimas del terrorismo.

La hosquedad de la AVT
La AVT, por el contrario, se caracteriza por su hosquedad. Su faz es ceñuda; su talante, áspero; su aspecto, desagradable, incluso amenazador. Atiza el odio y desprecia la concordia. Su fuerza estriba en su estrechísima conexión con el Partido Popular. Su capacidad de movilización -sin el apoyo del PP- sería prácticamente nula. Alcaraz no es más que un títere en manos de Rajoy, Acebes y Zaplana, con Aznar moviendo los hilos. El presidente de la AVT ha convertido a las víctimas en coartada, o tapadera, de los verdaderos objetivos de la derecha, que no son otros que desalojar como sea a Zapatero de la Moncloa.

Ceremonia excluyente
La manifestación de hoy es otra ceremonia de la confusión. Es una ceremonia, por otra parte, excluyente. Está diseñada para favorecer no a las víctimas, sino a los intereses electoralistas del PP, un partido que ha hecho del terrorismo su principal baza política, quebrando unilateralmente una tradición unitaria que se remonta a la transición. Hasta que empezó la AVT con sus manifestaciones –nunca se le ocurrió salir a la calle para protestar por la tregua de ETA que gestionó un Aznar que, por ejemplo, ennoblecía a ETA denominándola Movimiento de Liberación Nacional Vasco-, todos íbamos, más allá de siglas, de partidos y de ideologías o creencias, juntos contra los terroristas; juntos con las víctimas. Porque los muertos no son los muertos del PP, sino de todos los ciudadanos de bien.

Existe riesgo
Por todo lo expuesto entiendo que no hay que participar en la manifestación de hoy. Que vayan ellos. Así lo han querido. No es una manifestación en la que quepan todos. No está abierta a todos. No es –en ese sentido- democrática. Olvidan voluntariamente que el problema del terrorismo no es su problema, sino que concierne a todos. Sus consignas y sus gritos irán contra ZP. Pero el principal damnificado puede acabar siendo no ya el Gobierno, sino el sistema democrático. Es éste un juego macabro y peligroso. La derecha juega, desde hace algún tiempo, con fuego. Existe riesgo. Cuidado.
Enriq Sopena

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...