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22 de febrero de 2009

Hasta cuándo

Hasta cuándo, Ramón Luis, seguirás agotando la paciencia de tus votantes, tan seguro estás de ellos, no hay nadie de los que te rodeas que te aconseje y quiera bien, o es acaso que perdiendo el juicio has hecho tuya la peregrina idea de tu estrafalario consejero de Cultura, de que el arte debe causar escándalo, produciendo por su través críticas, que sean a su vez arte. Pues sea lo que fuere, sea, Ramón Luis. Colmado se ha mi el vaso.


En días pasados me llegó una carta de un murciano amigo, de los ya lejanos tiempos de juventud, con el ruego de si lo creía oportuno la publicara ocultando su nombre, en ella se lee:

«Llégate carta mía a mi Presidente, y dile: Que desde que los ríos corren a la mar y el cielo apacienta estrellas, no se ha visto un monumento más grande a la estulticia humana en figura de consejero, como el suyo. Que sabemos cómo su consejero se convida y convida a costa nuestra a los sicofantas embozados de artistas que contrata, venidos de todos los rincones del orbe conocido al efluvio de la teta grande que les ofrece. Que nos ruboriza imaginar qué pensarán de nosotros en la capital, cuando un consejero de provincia se instala en una feria internacional de arte, con el tendedero más caro y grande de cuantos hay; ¡qué horror, qué paletada!.

Que su consejero no nos confunde, con su facundia de ignotas palabras con las que intitula los fastos que organiza, y analfabeta retórica que se gasta. Que es menester menos niñería y más coraje y entero pecho del que tiene su consejero, para soltarse el vientre en el nombre de Murcia como él se lo suelta, con el achaque de promocionarlo, dando inocentadas por San Blás. Que es un escarnio que la beneficencia de la ciudad no de abasto, mientras que su consejero con el dinero del común cierra para sus particulares ditirambos las salas de fiestas de Madrid, en las que se encierra con los suyos hasta que los rayos del sol se derraman sobre la Tierra. Que tiene un consejero que no le da cuidado que la ciudad os traiga en lenguas por todos los rincones, buscando una razón que explique la sinrazón de mantenerlo en la dignidad que ocupa; y demasiado sabe Ramón Luis que la gente de su tierra en lo tocante a eso dispara con bala. Afectuosamente. ( sigue su nombre).»



En fin, Ramón Luís, yo no quiero hablar, pero creo que a ese amigo razón no le falta, y eso que le encarga a su carta que te diga nada tiene que ver con la política. Ya está bien, tu consejero estaba mejor donde estaba antes, donde ninguno sabíamos donde estaba; échale valor, la gente lo pide a gritos, también la tuya, hazles caso, estas cosas pasan y se olvidan, y vale más ponerse una vez colorado a que el «arte rompedor» que fomenta tu consejero haya dado lugar a esa carta, por más que él, en el colmo del delirio, la pueda dar por bien empleada como fruto de aquél, ya lo ha hecho otras veces, no lo es, todos lo sabemos, pero también debe saberse que si se hacen tantos deméritos como hace tu consejero, es fuerza disculpar que termine uno por coger recado de escribir y probarse, aunque sólo sea por uno mismo, y por qué no decirlo, por la honra de Murcia infamada.

SANTIAGO LABORDA PEÑALVER



Enlaces relacionados:


- El (ob-sceno) despilfarro cultural

- Nuestro Cruz

- Typical Valcárcel

- Promocionan Murcia con pinturas rupestres de.... Castellón

21 de febrero de 2009

El (ob-sceno) despilfarro cultural

Que el presidente Valcárcel confiara Turismo al Consejero de Cultura coincidiendo con el episodio de censura a Leo Bassi además de ratificar su apoyo personal significaba que la política cultural regional quedaba definitivamente sancionada para toda la legislatura.


Se legitimaba y reforzaba así la apuesta principal del consejero Cruz, a saber, la búsqueda obstinada de una nueva marca de prestigio para Murcia relacionada con una sobrevenida excelencia regional en el terreno del arte contemporáneo introyectada a través de la profusa contratación de nombres consagrados y acontecimientos acreditados, de la espectacularización y la mediatización llevadas a sus extremos y protagonizadas incluso en primera persona por el propio consejero-estrella.



Los resultados de un modelo que devora sin límites los recursos del presupuesto público los vemos en los diarios anuncios de continuas y fulgurantes «bombas mediáticas» (Cruz dixit) pagadas con cantidades mareantes y a las que se fía el objetivo declarado de mostrar al sorprendido mundo esta nueva región de los prodigios que es Murcia.



Después de la polémica sobre el coste astronómico y la dudosa rentabilidad del PAC y del SOS 4.8 de 2008 (si la bienal supuso un gasto de al menos 600.000 euros, el festival costó más de 2 millones), llegó el concierto de REM, con una escandalosa aportación de la Consejería de 400.000 euros (unos 125 euros de subvención para cada una de las 3.000 entradas vendidas, cifras que no se alcanzan ni con la elitista ópera).



¿Podemos aceptar que este sea entre nosotros el uso prioritario de los recursos públicos destinados a la cultura?



Desde entonces los anuncios de relumbrón pagados a precio de oro desde las arcas públicas ha sido incesante: desde Anis Kapoor (150.000 euros), al acuerdo con la cadena privada MTV (cuatro conciertos, de los que sólo el primero cuesta 1,1 millones de euros); pasando por el nuevo PAC 2010 (otros 900.000 euros); la presencia regional en Arco ( 300.000 euros de stand más 150.000 en adquisiciones de obra); el anuncio de la participación -en realidad es el alquiler de un espacio- en la próxima bienal de Venecia con un pabellón de artistas internacionales (240.000 euros); para continuar con la compra de la bienal itinerante Manifesta (3 millones de euros más) y, cómo no, la nueva edición del SOS 4.8 (2,5 millones de euros para dos días, el presupuesto sumado de La Mar de Músicas y el Festival de Jazz de San Javier, que suponen 45 días de la mejor programación), ahora con esas propinas que se presentan como año SOS, y el ruborizante ejercicio de marketing greenwashing de dedicar un euro por entrada para plantar árboles. Y todavía quedarían -y esto no es parte de la broma- los 3 millones de euros de la nueva campaña de imagen regional.



Murcia se ha convertido, en los años del boom de la economía especulativa, en el paraíso soñado por foráneos y avispados promotores musicales y comisarios de exposiciones no menos listillos que hacen aquí el agosto todo el año. Pero, ¿es esto lo que necesitamos?, ¿nos lo podemos permitir?, y ¿no haría falta un proyecto diferente, con otra sensibilidad y otras prioridades ahora que estamos en crisis?



La crisis está provocando fuerte malestar y un gran sufrimiento social en miles de murcianos; la Región ya ha superado los 100.000 desempleados, el paro crece al doble del promedio español, hay más 25.000 familias en las que nadie trabaja, un cuarto de la población está por debajo del umbral de la pobreza, y el fracaso escolar se acerca al 40%. No voy a insistir en este argumento para que no me llamen demagogo. No hace falta. Basta con comprobar cómo está afectando la crisis a la cultura en la región.



«Obsceno» además de su sentido de indecente o impúdico, era para los griegos lo que quedaba, por duro o terrible, fuera de escena. Así, el despilfarro en que se ha embarcado la política cultural en Murcia en esta etapa es obsceno tanto por lo que evidencia como por lo que encubre.



Y lo que oculta es que esta sangría presupuestaria obliga a recortar las partidas de muchos programas y centros que constituyen la oferta cultural básica e inexcusable de la propia administración regional y, al tiempo, reduce la imprescindible cooperación con los municipios, el primer agente cultural de la región y el más próximo a las necesidades de la gente.



Como saben bien los responsables y gestores culturales municipales, 2009 verá reducidos sensiblemente los presupuestos culturales de la mayor parte de los ayuntamientos murcianos sin que pueda esperarse ningún esfuerzo regional por paliar o compensar esta situación. La primera consecuencia será el recorte en los ingresos del sector económico de la cultura: las compañías, grupos y empresas que viven de la cultura que producen, exhiben o venden. Finalmente, serán los ciudadanos los que vean reducidas sus oportunidades culturales. Un prodigio de gestión.



Patricio Hernández


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Mirad que interesante, este artículo de Santiago Laborda Peñalver (de MUY recomendable lectura):



"Hasta cuándo, Ramón Luis, seguirás agotando la paciencia de tus votantes, tan seguro estás de ellos, no hay nadie de los que te rodeas que te aconseje y quiera bien, o es acaso que perdiendo el juicio has hecho tuya la peregrina idea de tu estrafalario consejero de Cultura, de que el arte debe causar escándalo, produciendo por su través críticas, que sean a su vez arte. Pues sea lo que fuere, sea, Ramón Luis. Colmado se ha mi el vaso......" SEGUID LEYENDO AQUÍ
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