La monarquía, ese sistema antediluviano en el que un señor, puesto que el pene sí importa, es rey porque su estirpe se lo montó de puta madre a costa de lo que sea, y es heredada por una cuestión tan ´electiva´ como la sangre, o señalado por Franco, caerá con el tiempo y sola, por más que a algunos les guste jugar a Barbie y Ken con sus coronitas bien monas.
Es inaudito que esos que dicen ser demócratas y que deberían representarnos en las Cortes, auténtica aristocracia política fiel súbdita de los mercados, usurpen el ´verdadero trono´, que somos la plebe, y nos priven de la oportunidad de elegir qué sistema deseamos, en un rasgo de evidente pánico y desprecio a la democracia.
Los españoles tenemos derecho a otra clase política que vele por el interés general y escuche a la calle. Los pondremos en su sitio, democráticamente.
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