7 de septiembre de 2011

La vida sigue igual....


La vida sigue igual..... nos cantaba en un ya viejo tema Julio Iglesias.

Así es, porque en el fondo aunque sí y un poquito en la forma, la vida sigue y sigue ¡Afortunadamente!

El verano poco a poco nos va diciendo adiós en esta continua rutina: Hace poco muy poco me estaba dando buenos chapuzones en La Manga del Mar Menor y ahora los días cada son más cortos y esos árboles de hoja caduca que mostraban su vigor exultante comienzan a entristecerse. El calor va cesando poco a poco y ya la ventana he de cerrarla por la noche en el Noroeste murciano. En lo personal el otoño es una estación que me gusta: Ni frió intenso ni calor exagerado, he de reconocer que sí hecho de menos las horas de sol que no de calor pero todo no se puede tener ni pedir.

Tiempo en lo personal de despejar y limpiar varias estanterías de mi despacho de casa donde acumulo en un orden desordenado varios papeles de todo tipo relacionados con mi vida política. No los tiraré. Forman parte de mi. Solo los trasladaré de su ubicación actual a una caja del sótano de casa para que si un día vuelvo a echarles una ojeada pueda sonreír gracias al recuerdo que traerán a mi mente de los muy buenos momentos vividos y a la misma vez no olvidar los malos y regulares, más que nada porque más se aprende de “lo malo” que “de lo bueno” y considero que vivir de espaldas a aquello que fue menos reconfortante es querer olvidar etapas y momentos de lo vivido y no los quiero perder.

Momento de recuperar viejas rutinas sobre todo el de la lectura que tantas y tantas satisfacciones me ha dado: Aún recuerdo el primer libro “de verdad” que leí a la edad de 9 años y que mi padre me recomendó: “La Insolación” de Carmen Laforet. Lo he releído un par de veces más desde aquella primera vez, hace muchos años que no lo he hecho y en este momento de reinicio me apetece volver a él:

Era como viajar hacia el centro mismo del sol. Pasaban pitas, chumberas, pueblos como muertos. A veces, naranjeros, huertos grises, filas de palmeras quemadas. Todo el color lo comía la luz”......

Acto seguido releeré “Memoria de mis putas tristes” de Gabriel García Márquez, libro que me regaló María Dolores Adsuar hace unos meses y que se merece una segunda relectura:

El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía una novedad disponible”....

Para finalizar agradezco la infinidad de llamadas recibidas, correos y comentarios. Entiendo los positivos: muchos y los contrarios: menos. Nunca me escondí, siempre dije y diré lo que piense sobre este y otro asunto. Forma parte de mi libertad. Y la vuestra de compartirla o no, de leerla o no.

Y ahora os dejo: Unas estanterías ubicadas ya a mi espaldas me esperan con ansiedad....
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