Como el adicto que, en vez de reconocer su desdicha, busca desesperadamente nuevas y cada vez más arriesgadas fuentes de ingresos para saciar sus necesidades, los Gobiernos del hoy destartalado Occidente liberal y democrático se afanan por aliviar sus demacradas finanzas y acaso recuperar el pasado esplendor, no tanto con ingenio y serenidad sino con demasiada urgencia. Incapaces de articular una estrategia común que les permita obtener provecho de sus capacidades productivas, para afrontar el futuro con la garantía suficiente de prosperidad y estabilidad, se dejan embriagar por la riqueza de aquellos territorios eran en el pasado vasallos de su voracidad y convierten a las tiranías del Golfo Pérsico o a la China absolutista en las nuevas tierras de promisión. Sin tener en cuenta o, al menos asumiendo unos cálculos temerarios, el coste que les acarreará tan dudosas relaciones....
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1 comentario:
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