28 de septiembre de 2008

Educación para la ciudadanía: Mucho más que una asignatura

Por estas fechas, hace un año, escribí un artículo sobre la asignatura Educación para la Ciudadanía y los derechos humanos. En él me hacía eco de la polémica levantada por dicha asignatura y expresaba una opinión favorable acerca de la bondad de tratar en los centros educativos los contenidos de la misma. Dichos contenidos se deberían tratar en las aulas como una información de los derechos y deberes que como ciudadanos tenemos todos y del correcto ejercicio de este derecho de ciudadanía. A buen seguro que los contenidos de esta materia propiciarán en las aulas diálogos plurales, incluso debates, que posteriormente el alumno podrá comentar en el seno familiar, quedándole siempre a él la última decisión en el marco de su libertad. Se trata de ayudar a los escolares a descubrir cómo ser un ciudadano responsable, participativo y respetuoso, a conocer sus derechos y deberes y a respetar los de los demás. La honestidad y profesionalidad de los profesores descarta cualquier tipo de adoctrinamiento. Por ello considero infundados los temores de aquellos padres que se oponen a que sus hijos estudien esta asignatura.

No obstante lo anterior, el objeto de este artículo es profundizar en el concepto «educación para la ciudadanía» que fundamentalmente consiste en un estilo de vida ético y cívico basado en el respeto y en la cooperación. La asignatura en cuestión puede y debe ser un instrumento válido para conseguirlo, pero es insuficiente. Por sí sola no puede garantizar la formación de ciudadanos adultos y responsables, no va a resolver el problema de la convivencia en los centros, ni a conseguir una mayor colaboración de los padres con los profesores para la consecución de este objetivo. Se trata de un tema transversal que recorre el amplio ámbito educativo y por ello la totalidad del profesorado debe implicarse en el mismo (no se educa sólo con una o dos sesiones de esta materia, sino con la influencia de todo el profesorado durante el horario escolar). Educar para la ciudadanía no se consigue sólo tratando determinados contenidos o indicando normas de actuación, sino experimentando el compañerismo, la participación, la solidaridad, el bien común, con el fin de integrarlos en la propia forma de vida. Y no se educa sólo en el aula, sino a través de actividades extraescolares organizadas por el propio centro u ofertadas por instituciones municipales, regionales u otros organismos, siendo de singular importancia las realizadas en la naturaleza y aquellas que precisan de unos días de convivencia fuera del ámbito familiar. Es más, aunque el sistema educativo dispone de recursos metodológicos propios para formar ciudadanos, sin la colaboración de los padres, la consecución de este objetivo no será posible. La familia y su entorno son el ámbito principal de socialización de los niños y adolescentes, el lugar inicial de la ciudadanía; de ahí la necesidad de una estrecha colaboración familia-escuela que lamentablemente es muy escasa en la mayoría de los casos. Es fundamental tener presente en esta tarea educadora que los estudiantes perciben enseguida las contradicciones de los adultos entre lo que se dice y lo que se hace.

Educar para la ciudadanía debe ser también educar para convivir en la diversidad cultural. En los centros escolares, mucho más en los públicos que en los privados, es ya una realidad la presencia de numerosos alumnos procedentes de otros países y de otras culturas. Estos alumnos, que constituyen una realidad diversa y plural con la hay que contar necesariamente, inician una convivencia con los de aquí durante muchas horas al día. Aprender a vivir juntos supone, entre otras cosas, capacidad para intercambiar ideas, razonar y comparar. Superar las dificultades de esta interacción, saber dar una respuesta adecuada, conseguir que nuestros alumnos (nuestros hijos) acepten y convivan con el que viene de lejos, lograr la integración en la escuela y en la sociedad, estar abiertos a enriquecernos mutuamente es un reto de la educación actual, es educar en la ciudadanía. La aceptación y la integración de la diversidad es algo que los escolares suelen realizar de una manera natural, sin grandes problemas salvo excepciones de fuerte rechazo que lamentablemente también se dan. Pero son los comentarios, o los prejuicios que provienen de los adultos los que más pueden motivar el desprecio o una visión distorsionada del otro. Lo mismo podemos decir respecto a la aceptación cívica de la condición homosexual, hay que educar para aceptar y respetar a la persona independientemente de su opción sexual, una aceptación y respeto a la que todos estamos llamados, incluso aquellos que están en su derecho a disentir por razones morales. Educar en el respeto al otro no significa, en este caso, la aceptación moral ni que los padres renuncien a transmitir a sus hijos sus propias convicciones sobre esta cuestión. Pero no podemos olvidar que el amor al prójimo es la regla de oro de todas las confesiones religiosas.

La enseñanza de los derechos y deberes de la ciudadanía democrática y su reconocimiento a todas las personas de cualquier comunidad es inherente a todo proceso educativo. La educación cívica comienza con relaciones afectivas en los círculos inmediatos que, progresivamente, se van ampliando hasta una ciudadanía cosmopolita mediante la cual las diferencias culturales y el pluralismo democrático se conjugan, dando como resultado ciudadanos adultos, formados y respetuosos con la diversidad. Pero esta educación es responsabilidad asimismo del conjunto de la sociedad, una tarea de todos en torno a la educación de nuestros jóvenes. Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece la implantación de la asignatura Educación para la Ciudadanía y los derechos humanos para abordar en los centros escolares el tema de manera global, y todos, padres y profesores, profundicemos en la educación de nuestros hijos, de nuestros alumnos como ciudadanos responsables.

Emilio J. Soriano es director del colegio público Antonio Díaz, en Los Garres.

laverdad.es

5 comentarios:

Anónimo dijo...

SI LO QUE LES PASA AL PP ES QUE NO QUIERE QUE LOS CIUDADANOS CONOCCAN TODOS SUS DERECHOS, CUANDO MENOS SEPAN MEJOR LOS ENGAÑAN, ASI DE SIMPLE.

MIGUEL.

Anónimo dijo...

Y PORQUE OBLIGATORIA ?

Anónimo dijo...

Por que el conocimiento de nuestra constitución donde se recogen nuestros derechos y deberes debería ser el primer deber del ciudadano y que mejor que cuanto antes se empiece, por que ya va siendo tarde ¿no te parece?

Ana.

Anónimo dijo...

no, esta muy bien es confundir a la gente con lo de valores democraticos y leyes publicadas, en esta asignatura es "moralina" y los valores morales los debe dar los padres.

Anónimo dijo...

¿Moralina? no te entiendo ¿la moral solo dependen de los padres?
Entonces por que sí se mete la iglesia Católica en la educación de nuestros hijos, por que ellos si que a todas horas esta diciéndonos a todos los ciudadanos y asta al gobierno que no es moral todo lo que no piense como ellos, eso si que es hipocresía, lo que es moral lo digo yo y nada mas que yo y los demás a callar y a obedecer, esto es lo que pensáis que los demás no pensamos y somos libres para decir que es para nosotros moral y que no.

La educación para la ciudadanía es eso educación una asignatura que se da en toda europa y nadie la tacha de moralina, es saber que dice nuestra constitución en los deberes y derechos que tenemos como ciudadanos y tu tendrías que ser el primero que te la tenias que leer para que te enteres que somos libres de pensar cada uno como quiera sin que nadie nos diga que estamos condenados por no pensar como vosotros.

Ana

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