Los fantasmas del terremoto de Lorca dejaron una estela de miedo ayer en Calasparra y varios pueblos de la Región. Sobre las 00.30 horas de la madrugada de ayer, los calasparreños sufrieron un fuerte sobresalto como consecuencia de un terremoto de 3,2 grados que se sintió en la localidad. La población, especialmente en las edificaciones más altas, observó cómo sus casas se movían, algunos armarios se abrían y en general todos los cacharros y las lámparas sufrieron un fuerte zarandeo. El epicentro tuvo una latitud de 38,15 grados norte y una longitud de 1,70 grados oeste, que hizo extender sus efectos a zonas de los alrededores, como Cehegín, Caravaca y Moratalla.
Según Francisca Ibáñez, una vecina de la localidad, sobre las 00.30 horas observó que todo su piso se movía en la avenida Juan Ramón Jiménez. La solución que encontró: echarse a la calle junto a su marido. Otra vecina, Isabel María Ríos, manifestó a este periódico que ya se encotraba acostada, no tenía claro qué estaba sucediendo, y supuso que se trataba de un terremoto. Lo consultó con su marido, que no tenía claro lo que estaba sucediendo, pero no pudieron evitar el susto que se llevaron. Y así hasta una incontable cantidad de vecinos de la localidad a los que el movimiento sísmico despertó en unos casos y sobresaltó en otros. Un movimiento de tierra similar no se detectaba en la localidad desde hace justamente diez años. Eran las cinco de la tarde del día 15 de mayo de 1998 cuando la tierra tembló en Calasparra, diez años después placas tectónicas han vuelto a agitar el casco urbano de la población. Por fortuna, aparte del susto, no hubo que lamentar ni desgracias personales ni daños en los edificios. El caos pasó de largo, afortunadamente.
Según Francisca Ibáñez, una vecina de la localidad, sobre las 00.30 horas observó que todo su piso se movía en la avenida Juan Ramón Jiménez. La solución que encontró: echarse a la calle junto a su marido. Otra vecina, Isabel María Ríos, manifestó a este periódico que ya se encotraba acostada, no tenía claro qué estaba sucediendo, y supuso que se trataba de un terremoto. Lo consultó con su marido, que no tenía claro lo que estaba sucediendo, pero no pudieron evitar el susto que se llevaron. Y así hasta una incontable cantidad de vecinos de la localidad a los que el movimiento sísmico despertó en unos casos y sobresaltó en otros. Un movimiento de tierra similar no se detectaba en la localidad desde hace justamente diez años. Eran las cinco de la tarde del día 15 de mayo de 1998 cuando la tierra tembló en Calasparra, diez años después placas tectónicas han vuelto a agitar el casco urbano de la población. Por fortuna, aparte del susto, no hubo que lamentar ni desgracias personales ni daños en los edificios. El caos pasó de largo, afortunadamente.
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