24 de febrero de 2008

Sanidad para todos

La Comunidad Autónoma gasta, el gobierno del Partido Popular, más de treinta mil millones de pesetas en la televisión local. Tres mil millones en publicidad institucional. Y un disparate en gastos de representación, sin contar los miles y miles de millones en otras facetas políticas que no vienen a cuenta. Habría que hacer una auditoría, no obstante el control de los Presupuestos. Pues bien, ahí tienen ustedes los hospitales desbordados, los centros de salud y ambulatorios. Y ahí tienen a nuestros ancianos esperando una plaza en nuestras residencias, que constituyen un sonoro escándalo como las de Alcantarilla y Villanueva del Segura, que parecen guettos tercermundistas.

En ambas residencias y alguna más, que no se controlan debidamente, deberían pasar sus últimos días los padres de ciertos políticos, entre ellos dicho con el mayor de los respetos, el padre del presidente. Nuestra pobre Región no soporta día a día unos problemas sanitarios y sociales de suma gravedad.

Si yo estuviera instalado en la oposición política – sí estoy en la ciudadana – colocaría carteles en todos los puntos más visibles con la leyenda “SANIDAD PARA TODOS”, porque si el agua es una necesidad básica la sanidad lo es mucho más, porque de ella dependen nuestras vidas, la de nuestros abuelos, padres, hijos, esposos y en fin de los murcianos que nos vemos cada día anclados en una sanidad en la que solo brillan, por su trabajo y abnegación, los sanitarios.

Esta es una realidad. No como en la Comunidad de Madrid en donde Esperanza Aguirre se ha superado en este sector tan serio y primordial, aparte de sus problemas con determinados médicos que ejercen la medicina paliativa generando problemas.

Todos los años de Dios, todos, desde 1995, tenemos los mismos problemas. Saturaciones, desorganización, cambios en la cúpula directiva de la sanidad regional, nuevos hospitales como el Reina Sofía con estructuras desfasadas y una imagen poco seria.

Basta recordar el helipuerto que se montó en este centro, para reprobar a las autoridades. No sirve para nada, para nada.

En fin, amigos lectores, una barbaridad. Hay que sumar nuestras residencias de ancianos, que nos llenan de estupor y vergüenza ajena. Todo esto se llama imprevisión.

Jose Juan Cano Vera - vegamediapress.com

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