20 de enero de 2008

¿Sentencia favorable?

Dieron un paso en falso, pero no les importó, no se arredraron, sabían que, para cuando volviesen a intentarlo, no fallarían. Siempre es así, se fijan un objetivo y no descansan hasta hundirlo.


Transcurrieron cuatro años, al objetivo se le fue minando, lo lograron; ahora, se les ve felices y orgullosos de su gesta. El grado de soberbia es tal que se permiten el lujo de utilizar el término, insultante término, de rastrera, para referirse a su actitud.

Cuesta creer que alguien a quien se le niega seguir ejerciendo el trabajo que ha desarrollado durante casi dos lustros, cuando inicia una lucha para denunciar la mala fe con la que se ejecutó su despido, esté teniendo una actitud rastrera. Pero, así son ellos, te aniquilan y pretenden que además calles, que tu voz no se oiga, que su fachada quede incólume.

El titular con el que la prensa anunciaba “el logro”, durante la segunda semana de enero de 2008, rezaba así: “Sentencia favorable para el Ayuntamiento de Cehegín”. ¿Favorable, para quién? Un Ayuntamiento representa a todo un pueblo. Como institución, su presencia e influencia transciende al gobierno municipal de turno, en él estamos todos representados, a todos nos pertenece: uno, no considera favorable la citada sentencia. Sentencia, a través de la cual, lo que se ratifica es el despido de una persona que ejercía con enorme capacidad un puesto de trabajo que, dadas sus características, es un referente, ante la ciudadanía, puesto que constituye el modo, para quienes visiten nuestro pueblo, de difusión de sus más sobresalientes peculiaridades. Y esa labor, sin duda alguna, la venía haciendo Ana María Molina, con una indiscutible profesionalidad.

Sólo desde la mala fe, puede uno entender el cómo y el por qué de esa pertinaz persecución, sutil persecución, durante cuatro años, hilvanando una retahíla de documentos legales, e intentando minar en lo más profundo de su persona, allí donde más duelen los golpes y no dejan rastro físico. Cuatro años, que han pretendido minimizar, situando en enero de 2007 el supuesto momento en el cual da comienzo esta historia, según declaraciones de los concejales que dieron forma al contenido del citado titular, amén de insultar con lo de la actitud rastrera, en rueda de prensa. Sin embargo, ese, no es sino el momento en el que su retahíla de legalidades les alcanzó para dar el definitivo golpe de efecto y descabezar a Ana María.


Por ello, por el bien de nuestros conciudadanos, por nuestro bien, no estaría mal que un cierto grado de humanidad hiciese mella en los actuales gestores del Gobierno Municipal de Cehegín; que dejasen a un lado su soberbia y pensasen en que sus congéneres, sus conciudadanos, tienen sentimientos, sufren, luchan por su futuro, individual y colectivamente; pensasen en que su obstinada manía persecutoria es un lastre, una lacra, para ellos mismos; en definitiva, algo tan sencillo como ponerse en el lugar de los demás, es el mejor antídoto contra la intolerancia, contra el sectarismo, el mejor lema para que la tolerancia se abra hueco en nuestra sociedad.

¿Es mucho pedir?


Santos López Giménez

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