Fue la durante la primavera de la séptima legislatura. En ese momento yo era diputado por el Partido Popular y asistí, y voté, la resolución que proponía un ultimátum a Bagdad, y una nueva resolución a Naciones Unidas (diferente de la 1430) que respaldase la invasión del país por los responsables de la misma, el presidente Bush, el premier Blair y el entonces presidente del Gobierno de España, Sr. Aznar.
Quiero hablar, desde estas páginas, con sincera claridad y honestidad. Lamento haber votado aquella resolución, y lo hago ahora, tras comprobar el cúmulo de graves engaños a los que se sometió, no sólo al pueblo español, pero también a él por parte de los entonces responsables del Gobierno de España.
Reunión en Génova
Se recordará que el Grupo Socialista había pedido, la noche de Irak, que la votación respecto a la resolución fuese en conciencia; es decir, secreta. Aquella mañana, Aznar, nos reunió en la calle Génova a los miembros de la Junta Directiva Nacional del PP, entre los que yo me encontraba en mi condición de parlamentario popular. Nos dio los mismos argumentos que utilizó frente a la opinión pública española para solicitar nuestro apoyo a la iniciativa: en Irak había armas de destrucción masiva y, obviamente, el régimen de Saddam Husein constituía una amenaza clara para la zona de Oriente Medio y Occidente por sus incumplimientos de las resoluciones de la ONU habidas tras la primera guerra de Irak, así como aseveró sus alianzas con el terrorismo islamista, con la consiguiente gravedad para la seguridad de occidente, tras los sangrientos atentados del 11- S en Nueva York.
Nadie se atrevió a hablar
En el turno de palabras, nadie de los allí presentes dijo nada. Sólo recuerdo una intervención en el sentido de que si el presidente, que tenía todos los datos a su disposición, había tomado esa decisión, contaba con el respaldo de todo el partido y, por supuesto, del Grupo Parlamentario Popular, por cuanto que sería lo más correcto y mejor para España. Yo tampoco hablé, sumándome así a los demás y admitiendo, como manifiesto, mi responsabilidad como político y parlamentario.
“Todos sabíamos lo que nos jugábamos”
Fue un día de enorme tensión política en el seno del Grupo Parlamentario Popular. Un compañero me dijo en un paseo por la rotonda del Congreso, la conocida por la M-30 que “todos sabíamos esa noche lo que nos jugábamos”. Y en ese momento era cierto. Todos lo sabíamos, conocíamos nuestra responsabilidad para con el presidente del Gobierno y para con nuestro propio grupo parlamentario e íbamos, como hicimos, a actuar en consecuencia. Todos los parlamentarios que lo éramos en aquella séptima legislatura votamos a favor de la resolución presentada.
Dos millones de ciudadanos, en contra
Mientras tanto más de dos millones de españoles libremente pedían el no a la guerra. La situación se complicaba por momentos y la tensión fue en aumento. A los 183 diputados del Grupo Parlamentario Popular se nos tildo de “asesinos” en reiteradas e injustas ocasiones. Tuve conversaciones de enorme tensión, y sinceridad, con colegas y amigos de otras formaciones parlamentarias, y recuerdo, como si fuera hoy, el abrazo en el que nos fundimos una parlamentaria, que hoy ya no está en el Congreso, de Izquierda Unida y yo mismo, que siempre mantuvimos una estupenda relación personal, en un pasillo del Congreso diciéndonos mutuamente que esto no podía estar sucediendo.
Dimisión de Luis Acín
Dimitió mi amigo el diputado popular Luis Acín. No hubo palabras cordiales para él desde el grupo parlamentario. Hubo diputados que, al expresar más tarde, el sentimiento contradictorio que le embarga al declararse gentes de paz , sufrieron represalias personales importantes. Pero, obviamente, no hablaré por ellos. Tan sólo lo hago por mí.
No dimití e hice mal
Debí abandonar el PP aquella noche. Ese fue mi pensamiento real que no me abandonó durante el resto de la legislatura, y me ha acompañado impertérrito hasta la presente. No lo hice. Hice mal. Yo no estaba de acuerdo con aquella decisión, como no lo estuvieron cientos de simpatizantes y militantes del Partido Popular. Pero por disciplina de grupo voté la propuesta presentada y apoyé al entonces presidente del Gobierno.
Decisión directa de Aznar
Nunca hasta hoy he hablado públicamente de este asunto. Lo hago ahora, tras la lectura y reflexión profundas de las informaciones de las que hoy disponemos, tras el espléndido reportaje (no negado, y por lo tanto admitido por todos, incluido el actual presidente de mi ex partido señor Rajoy, y la prensa internacional) publicado en el diario El País recientemente. En él se revelaban, como datos de una conversación, entre Aznar y Bush en Crawford elementos esenciales para comprender el papel que asumió España en el conflicto, por decisión directa del ex presidente Aznar, y que, estoy convencido, desconocíamos en su totalidad el resto de componentes del Grupo Parlamentario. Ignoro si alguien sabía algo en el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Popular o en los aledaños directos de La Moncloa. Los diputados y diputadas del Grupo no.
Hoy no haría lo que hice
No me lleva resentimiento alguno, ni afán ridículo de revancha con mi ex partido al escribir estas líneas. Manifiesto, con dolor de conciencia, cuál fue mi actuación y la someto, como es natural, a juicio público. Hoy no haría lo que hice, no votaría lo que voté, sabiendo lo que sé. Estoy convencido, por otro lado, que no sería el único.
Carnicería civil y militar
Ha pasado mucho tiempo. La guerra de Irak no sólo ha sido un fracaso; ha sido una carnicería civil y militar y un desastre estratégico, tanto para Oriente Próximo, como para el mundo occidental.
Pido perdón
Desde lo más profundo de mi conciencia como persona, como parlamentario y, como representante del pueblo español, pido perdón por lo ocurrido. Y lo hago a todos los españoles de bien, fuese cual fuese su adscripción ideológica, que clamaron sin ser escuchado que deseaban la paz y no la guerra.
Nadie me obliga a dar este paso público. Salvo mi conciencia, mi honor personal y mi sinceridad como parlamentario en el Congreso de los Diputados de mi país.
Justificar lo injustificable
Se actuó, y hoy lo sabemos, de espaldas al pueblo español. Se justificó, lo injustificable, años después, se continuaron dando los mismos argumentos (que ya se sabía eran falsos) durante mucho tiempo.
Reconocimiento velado de Rajoy
Hace unos días, el Sr. Rajoy reconoció que se había intervenido en Irak sin resolución pertinente de Naciones Unidas y, por lo tanto, aunque él no lo dijera, de espaldas a la legalidad y al Derecho Internacional.
Los españoles no se merecían ese Gobierno
Por todo ello, tras mi marcha del PP, - júzguese mi actitud como se juzgue- pido perdón a los españoles por algo que nunca debió producirse y que yo, aunque hubiese sido a título personal, debía haber denunciado hace tiempo. El pueblo español, titular de la soberanía nacional, la democracia española no merecían esa conducta por parte de los principales responsables del entonces Gobierno de España.
No se estuvo a la altura
No se estuvo a la altura ética, política e histórica que demandaban las circunstancias. Nadie, que yo sepa ha pedido excusas públicas por ello. Yo lo hago hoy ante los españoles.
Misiones de paz y de guerra
España apuesta hoy día por una política de paz mundial, de respeto escrupuloso a la legalidad y al derecho internacional (así nuestra misión en Afganistán está amparada bajo el mandato inequívoco de Naciones Unidas y refrenda por los grupos mayoritarios del Congreso de los Diputados). No es cierto que la misión española en Afganistán sea una misión de guerra. No, es una misión de paz en una país en guerra, que no es no es lo mismo. Y la posición estratégica del Gobierno en esta materia hoy es escrupulosamente correcta. Vaya mi más sentido pésame a los familiares de nuestros muertos allá. Mi recuerdo y mi reconocimiento a su sacrificio por la paz y la estabilidad mundiales.
Nunca más
Nunca más puede suceder en España un episodio tan lamentable, y de consecuencias tan trágicas para la paz, como el sucedido la noche de Irak. Porque el valor más importante de la democracia es el cultivo de la verdad y el alejamiento de la mentira y la demagogia como armas supuestamente políticas.
(Joaquín Calomarde es diputado por Valencia adscrito al Grupo Mixto)
elplural.com
4 comentarios:
Gracias Carlos por enseñarnos esta carta.
Llevo este mes un poco alejada tanto del mundo bloguero como de las actualidades tanto políticas como sociales.
Esta carta no se si hace bien en llegarme al alma en algunos aspectos.
Como yo soy bastante mas visceral e impetuosa, hubiera hecho como los amigos de los que Joaquin habla y que abandonaron cuando se les obligaba a votar en contra de sus convicciones.
De mi madre aprendí una cosa:
"Mas vale prevenir que no curar", era algo repetitivo en mi infancia y que debe ser por lo que tanto me dura en la cabeza.
Ese "mas vale prevenir", lo llevabamos en el corazón millones de españoles cuando gritabamos ¡¡NO A LA GUERRA!!.
Un abrazo y perdona mis ausencias.
Arbillas, no hay nada que perdonar. Cada uno primero debe atender a sus obligaciones famuliares, personales y sociales. Los compañeros estamos. No nos vamos.
Un beso y ánimo!
donde se puede conseguir el video de las juventudes socialista.
Lo vas a publicar o dime como lo puedo ver, solo he visto un pequeño trozo en Antena 3
Saludos a tod@s
No soy quien para criticar y valorar al creo "sincero" arrepentimiento de Joaquin..pero hay cosas que no entiendo:
- ¿Cómo puede ser que en la reunión secreta donde supuesta mente el Sr. Aznar (por llamarle algo) expone sus "razones" para realizar la gran masacre y nadie pregunte NADA? ¿Cómo no se puede preguntar nada...y asegurarse del paso que se iba a dar y más cuando hay vidas de personas en juego?
- ¿Cómo supuestamente todos salen de esa reunión sabiendo que las cosas se van a poner feas.."que se la jugaban" y nadie hace NADA para pararlo? ¿Quién es el Sr. Aznar para imponer su criterio a TODO un partido, que no es de mi agrado pero al cual respeto porque considero que sus integrantes "deben" hacer bien su trabajo?
Sé que son preguntas sin respuestas...y que por "desgracia" lo hecho, hecho está.. es una lástima.
Nuestros responsables políticos deben hacer más caso a sus conciencias y sentimientos que a sus líderes.
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