10 de septiembre de 2007

El PP pretende que Murcia sea la región más golfista de España


El Gobierno de la derecha de Ramón Luis Valcárcel, la patronal regional, así como las comarcales, –también de la derecha, aunque no tendría por qué toda, pues hay obreros que votan a la derecha, y en Murcia integran un clamor electoral que da vértigo-, la casi totalidad de los medios de comunicación adictos al poder de siempre, clerical y especulador, esos profesores, y profesionales y artistas varios, algunos metidos a periodistas, los herederos del caciquismo finisecualr, antisocialistas y antiecologistas acérrimos, que infunden miedos ancestrales en las mentes pobres, pretenden que Murcia sea la comunidad más golfista de España, pues, de lo contrario, la fin del mundo caerá sobre el conjunto de la población, como una plaga divina. Así como las vacas “locas” fueron vendidas como una casi pandemia, objetar al megadesarrollo del green puede acarrear la ruina total. No hay otra salvación...

Y en ello están, y si las cuentas les salieran redondas –que apuntan a que no tanto- a los emporios del resort, esta provincia se convertiría en un santiamén toda ella en un gran campo de golf, un “vergel” como nunca lo han soñado ni los ángeles del universo ni los más viejos del lugar: el green más guay para los niños y niñas guays –aunque tengan ya provecta edad y su sedentaria vida esté aquejada de ciertos volúmenes corporales- que pueden empezar gastándose unos doscientos euros por una clasecita para aprender a “hacer hoyos”, o tirar bolas. Pero, ¿y el agua que consumen los campos de golf, ese agua que es bien público, cada día más escaso, prioritario para el abastecimiento humano y el desarrollo económico? ¿Y el equilibrio y sostenimiento medioambiental? ¡Ese agua que para que corra por sus cauces naturales, salga por los grifos y sirva de riego precisa de inversiones públicas, seculares y bimillonarias. Dicen los que hacen el negocio que el mayor enemigo del golf es la prensa. Cierta prensa. ¡Por algo será! Veamos por qué.

Porque sólo las cifras dan pavor. Alrededor de 300 campos de golf se contabilizaban en España en el verano de hace dos años, un tercio de ellos construidos en la última década, la mayoría en las zonas con más escasos recursos hídricos. Es decir, un 65 por ciento se ubican en comunidades autónomas que el Observatorio para la Sostenibilidad de España ha calificado como de “alto o muy alto riesgo de desertificación”. Estos campos de golf equivalen a 370 piscinas olímpicas. ¡Deporte de alta competición, turismo de calidad (es decir, de ricos ociosos y consumos insostenibles), construcción de resort en masa, cambio climático, sostenibilidad medioambiental y social!

¿Cómo se armonizan estas pretensiones? Porque los complejos y proyectos para la actividad de este deporte están asociados, en un ochenta por ciento, a megaproyectos urbanísticos a gran escala, con viviendas más caras en un 20 por ciento, y con un gran consumo hídrico. Porque su mantenimiento produce una espantosa contaminación del suelo y los acuíferos por uso de biocidas y otros 32 productos químicos y por la que produce la utilización, incluso, de las aguas residuales. Los problemas de instrusión marina y salanización de los acuíferos de la cuenca mediterránea son ya peligrosos por esta contaminación.

Al comenzar el segundo trimestre de este año, el número de campos de golf ascendió en España hasta los 324, produciéndose un ritmo muy alto en su construcción para dar servicio a un deporte con 297.029 federados en todo el país, apenas un 0,6 por ciento de la población española. Unos pocos con un alto consumo de ocio depredador, pero de “calidad”, dicen sus defensores.

Un campo de golf consume, como media, un 0,7 hectómetro cúbico al año (700.000 metros cúbicos), es decir, el equivalente al de 15.000 personas; más del doble que lo que consumen los habitantes de Ceutí, con 6.493 habitantes. El riego de los 23 campos de golf que ahora funcionan en toda la Cuenca del Segura equivale al consumo de 345.000 habitantes al año: es decir, el mismo que el de las principales poblaciones de la provincia murciana: Cartagena, Lorca y Molina de Segura juntas. De ellos, en la provincia murciana existen en la actualidad catorce campos de golf en funcionamiento. La media de cada campo está establecida entre 40 y 50 hectáreas; en Murcia, entre 50 y 60 hectáreas, y de dieciocho hoyos. Es decir más de siete kilómetros cuadrados de extensión en total, lo que equivale a casi la mitad del municipio de Alcantarilla o dos tercios del de Ceutí.

En total, los que funcionan en Murcia consumen 8,7 hectómetros cúbicos anuales, lo mismo que consumen 146.234 habitantes al año, lo que equivale a once veces el consumo del municipio de los Alcázares, con 13.355 habitantes, o a veintidós veces el consumo de los habitantes de Ceutí.

Pero además, su puesta en funcionamiento en la región no está exento de graves irregularidades: siete de los catorce campos de golf en funcionamiento en la provincia tienen expedientes abiertos por riego ilegal de agua procedente del trasvase del río Tajo, y otros cuatro por regar con aguas subterráneas procedentes de pozos, como el de Alto Real, en Molina de Segura. Es más, los campos de golf en tierras secas como la murciana y con un mayor número de horas de sol, consumen más agua.

Al finalizar la anterior legislatura, el portavoz de Izquierda Unida en la Asamblea Regional, Cayetano Jaime Moltó, presentó una iniciativa para una moratoria en la construcción de nuevos campos de golf hasta que el agua estuviera garantizada. Los socialistas exigieron una normativa legal que racionalizara su construcción, pero la ley de Medidas de Ahorro del Agua aprobadas por Ramón Luis Valcárcel el pasado año excluyó los campos de golf en las medidas de reducción del consumo que sí afectan, sin embargo, a parques, jardines y equipamientos deportivos para uso y disfrute de toda la población murciana en todos los municipios de la región: más de un millón de habitantes. Para el diputado del Partido Popular, Manuel Marcos Sánchez, hay que pedirle este “sacrificio” a los murcianos, en mor de seguir con el del cacareado “desarrollo” “ turismo de calidad”, es decir, del ocio de los más pudientes en perjuicio de la calidad medioambiental ya en severo peligro en una región con graves dificultades de abastecimiento hídrico.

El verano pasado, en el segundo año de una de las sequías más severas en la historia España, los 77 ayuntamientos de Murcia, Alicante y Albacete que se abastecen de la Mancomunidad de Canales del Taibilla, estuvieron a punto de sufrir restricciones de agua para abastecimiento humano. Meses antes la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, había exigído a los presidentes de las comunidades murciana y valenciana, Ramón Luis Valcárcel y Francisco Camps, respectivamente, que aplicaran medidas de ahorro, las mismas o similares que otras comunidades españolas estaban aplicando, incluidas algunas gobernadas por su propio partido, como la de Madrid, en donde estuvo prohibido el riego de jardines públicos y privados. Y todo ello cuando los pantanos de Entrepeñas y Buendía, en la cabecera del Tajo, sólo disponían de un solo hectómetro más embalsado sobre el límite por el que está permitido trasvasar agua por el acueducto hasta el sureste peninsular.

Además de los catorce ya existentes, en la provincia de Murcia hay proyectados entre cuarenta y sesenta nuevos campos de golf, que consumirían un total 35 hectómetros cúbicos de agua anuales, lo que equivaldría al consumo de casi la mitad de la población total de la región murciana. A ello, habría que sumar los 150 proyectos en la comunidad valenciana, sobre todo al sur de la provincia de Alicante, pendientes de ser legalizados. Para ellos una universidad pública de esta provincia está investigando un tapiz de hierba artificial que, para una extensión de diez hectáreas, necesitaría 142 litros diarios frente al millón de litros que necesita la hierba natural. Pero los gerentes son reticentes en cambiar sus plantaciones de green a un material sintético que, por otro lado, impide crecer la vegetación y repercute en el ecosistema. Una alfombra sintética con una vida media de diez años y que precisa de una gran inversión a la que estos complejos ponen reparos para su negocio de ocio para ricos sedentarios.

Ante esta perspectiva en la provinciana murciana, y también en la vecina alicantina y almeriense, conviene tener en cuenta y enfrentar lo que Estado viene invirtiendo los últimos tres años y piensa seguir invirtiendo para el abastecimiento de recursos hídricos a través del programa A.G.U.A., que proyecta la nueva política del agua, que toma en consideración tanto el valor económico y social como el ambiental, y que sirva también para restaurar los ecosistemas asociados, según dijo José Luis Rodríguez Zapatero en su toma de investidura como presidente del gobierno de España.

En general, desde 2005, el total de desalinizadoras nuevas en servicio, en construcción, adjudicadas, en licitación, información pública o en redacción en todo el arco mediterráneo, desde Girona hasta Málaga, suponen un total de 713 hectómetros cúbicos anuales, y una inversión cercana a los dos mil millones de euros. Entre ellas se encuentran las de Torrevieja (80 hectómetros cúbicos), las dos de San Pedro del Pinatar (48), la ampliación de la del Mojón (6), las dos de Águilas (66) y la de Valdelentisco (57).

El total, de actuaciones del gobierno de España, tanto para incrementar los recursos hídricos propios como para la mejora de su gestión en la cuenca murciana, según el real decreto ley 2/2004, supondrían una inyección anual de 204 hectómetros cúbicos de agua y una inversión de 876 millones de pesetas. Sólo la desalación hará posible que la provincia de Murcia cuente con total seguridad con 204 hectómetros cúbicos de agua desalada todos los años, con sequía y sin ella. A ello habría que sumarle el conjunto de actuaciones previstas por la comunidad murciana, presidida por Ramón Luis Valcárcel, con una inversión de 25 millones de euros.

En total, el programa A.G.U.A. del gobierno de España para la cuenca del Segura llegará hasta los 380 hectómetros cúbicos adicionales hasta 2008. De los cuales 232 son para regadío y 148, para abastecimiento. La mitad de estos recursos proceden de la desalación; el 20 por ciento, de la reutilización; y el resto, a partes iguales, de la modernización y mejoras en la gestión.

F. M. Martínez - vegamediapress.com

1 comentario:

David dijo...

Indignante, esto me parece indignante, tanto agua para todos tanto agua para todos para que al final sigan montando tanto paripé con los campos de golf... de verdad, la gente de Murcia nunca va a aprender...

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