Pero lo cierto es que, considerando escenarios de perfil bajo, (suponiendo que no se hace nada «grave» usando ese anonimato, y que no se van a usar todos los medios legaes y técnicos existentes para perseguir a alguien) es relativamente fácil hacerse pasar por «anónimo».
Algunos ejemplos: puedes publicar mensajes en muchos foros y weblogs como «invitado», o con nombres y e-mails falsos, porque no se comprueban. También puedes crear una cuenta de correo con datos falsos en cualquier servicio gratuito (como Hotmail o GMail), usar anonimizadores de correo e incluso de navegación web. Pero cuiado: en el artículo Anonymous Web Surfing? Uh-Uh de Wired se explican los potenciales problemas de usar estos sistemas, que tampoco son infalibles.
Los argumentos tradicionales para hacerse pasar por anónimo en Internet (o en el MundoReal™) son bien conocidos. Dentro de lo que podría considerarse «lícito»: empleados que temen ser despedidos por sus jefes si se enteran que publican algo contrario a su opinión, envío de «filtraciones» a la prensa saltándose los conductos reglamentarios, o miedo a desvelar la identidad en ambientes que no son los habituales de una persona (por ejemplo, en grupos de auto-ayuda, de minorías, activistas sociales o cualquier otro tipo.) Entre los usos considerables cuestionables, ilícitos o incluso ilegales, la lista es larga: envío de amenazas, insultos, chantajes, calumnias, mentiras dañinas y un largo etcétera (incluyendo «fastidiar a la competencia» y hacer el troll como deporte de moda).
Las falacias sobre el anonimato
Hay gente que usa el correo (o la publicación en foros) de forma anónima y que se indigna cuando se le pide que se identifique para dar más validez a sus opiniones. Sobre este hecho, que va más allá de lo puramente técnico del «cómo hacerse pasar por anónimo» hay bastante información en la Red. Dos artículos clásicos sobre el tema, bastant interesantes, son estos: The Anonymous Fallacy y P.S. to The Anonymous Fallacy.
El autor argumenta por qué es una falacia informal (o forma impropia de razonamiento) usar frases como «No acepto tus argumentos porque no estás usando tu nombre verdadero». El primer artículo expone el caso y el segundo hace algunos comentarios adicionales.
Estos artículos provocaron una respuesta: Response to the Anonymous Fallacy En donde se contra-argumentan los artículos anteriores.
Sinceramente, me quedo con el primero como ejemplo de razonamiento lógico que persigue un fin (es cierto que no es obligatorio que la persona esté identificada para que diga algo razonable), pero sin duda prefiero el último como opinión realmente válida sobre el caso. Lo curioso es que es posible que hasta los dos artículos los haya escrito la misma persona (!)
El dato importante para mi es que, como se explica en Response to the Anonymous Fallacy, el uso del anonimato en muchas ocasiones está justificado, pero eso no mejora la comunicación. Si bien hay casos en los que el dato de la identidad de la persona no revela nada, en otros es parte del contexto de la comunicación, y muy relevante.
Un ejemplo lo dejará claro. Si alguien publica un mensaje anónimo diciendo:
El Madrid ganó ayer al Barcelona por 2-1.no hay ningún problema en aceptar este mensaje como una afirmación cierta, dado que es un hecho comprobable por todos. También lo sería «Estoy contento de que el Madrid ganara al Barcelona», porque es cierto que el autor puede estar contento con esa situación.
En cambio, si el anónimo publicara:
El Madrid ganó ayer al Barcelona porque me consta que se pagó al árbitro para que expulsara a Ronaldinho y además los del Madrid cobraron un prima extra del Betis. Estaba en el hotel de la concentración y lo ví....sí hay problema en aceptarlo como argumento, porque el autor del mensaje es parte del mensaje y la comunicación: afirma tener información, conocer cosas que otros no conocen, y haber estado en sitios - sin que se sepa realmente quién es ni se pueda comprobar. Si el autor firmara con nombres y apellidos, se podría investigar y comprobar si es cierto lo que dice, pero si no lo hace el dato no es más que mera especulación.
Un razonamiento buscando la sencillez del ¿por qué? (método científico conocido como «la navaja de Occam») llevaría también a la explicación más simple: «ese tipo anónimo es un fanático del Barcelona, cabreado porque su equipo ha perdido - su único objetivo es desprestigiar al Madrid».
En algunas ocasiones, es muy difícil saber hasta qué punto un anónimo es parte de la comunicación, pero tras una crítica anónima no es extraño que exista cierta cercanía que por alguna razón el anónimo no quiere reconocer. El problema es que sería importante conocer esa cercanía o involucración en el tema comentado para valorar objetivamente ese mensaje (la comunicación en sí).
Un ejemplo típico alguien criticando, insultando o sembrando F.U.D. (miedo, duda e incertidumbre) sobre una empresa, un producto o una persona. Ese anónimo puede ser parte importante del contexto si es un empleado de una empresa competidora (y se sabe que hay empresas que pagan a gente por hacer exactamente eso). También podría ser un empleado descontento que persigue desprestigiar a su propia empresa por rencor o algo similar (tal vez su jefe no le subió el sueldo y ahora juega con información interna, pero sin explicar que trabaja en la empresa o el motivo de su rencor). En el terreno personal, alguien puede insultar a alguien por cualquier motivo, pero sin explicar que tal vez eran amigos y que el otro le quitó a la novia (y ahora le odia por eso) o cosas así. Un programador puede estar envidioso del trabajo de otro y criticarlo, sin reconocer que tal vez él estaba embarcado en un proyecto similar que no salió bien, o que trabajaron juntos como jefe-empleado, o que son rivales eternos porque uno prefiere el sistema operativo Y al Z, o algo parecido.
Lo importante es darse cuenta de que si el contenido un mensaje anónimo variara sustancialmente si se conociera la identidad del emisor y sus circunstancias relacionadas con el mensaje, entonces el valor y contenido de mensaje está claramente siendo manipulado por el uso del anonimato - y eso no es algo bueno para la comunicación.
El autor de «Response to the Anonymous Fallacy» lo resume así:
Conclusión: la idea de que todas las afirmaciones deben considerarse como válidas de por sí, sin que importe quién es el autor, tiene cierto sentido, especialmente cuando esto se hace como precaución para evitar males mayores. Sin embargo, eliminar el contexto de cualquier argumentación la puede hacer menos inteligible - y saber quién es el autor de una afirmación puede ser parte del contexto. El principal obstáculo (que es consecuencia de este papel esencial del contexto) es del tipo práctico: sin el contexto, muchos mecanismos de selección que son esenciales para la eficiencia [de la comunicación] no funcionan.
El ejemplo típico sería «Bueno, ahora entiendo por qué A lleva criticando varias semanas de esa forma a B, resulta que B fue su jefe y le despidió hace un año. Ahora encajan las piezas del puzzle. Le criticaría por cualquier cosa, aunque estuviera donando dinero a los pobres.»
Cuestión de reputación
Si la persona que envía el mensaje tiene una carrera intachable como autor de mensajes con «mucha señal y poco ruido», nadie puede suplantarle, es alguien que aporta cosas positivas a la comunidad Internet, nunca se le ha pillado en una mentira y sus afirmaciones se confirman de forma consistente de forma rutinaria día tras día, muchos verían los mensajes de ese anónimo con iguales (o mejores ojos) que los de cualquier otro comentarista: al menos conocen parte de su contexto, de sus ideas sobre ciertos temas, sus tendencias, sus opiniones anteriores, pero sin necesidad de conocer su nombre real.
En cambio los mensajes anónimos de personajes «nuevos» que surgen de la nada, sin registro histórico, sin capacidad de generar confianza ni reputación, son sin duda mucho más cuestionables y poco respetables debido al anonimato. Hasta tal punto de que son pasto ideal para el borrado en foros y weblogs sin muchos miramientos. Muchos pueden ser considerados «ruido» porque son mensajes a los que les falta contexto. Eliminando el ruido aumenta la señal en la comunicación de cualquier sistema de discusión (foro, weblog, chat) y se evita la desinformación (información «malintencionada».)
Si bien existen razones legítimas como se ha explicado al principio para el anonimato, esas situaciones suelen ser verdaderamente excepcionales, no algo habitual. Hoy en día el abuso del anonimato sin razones que lo justifiquen ha hecho de éste una herramienta ideal para «molestar sin dar la cara», insultar, amenazar. Cada vez cobra más importancia la reputación y el histórico de las personas (o personalidades) que publican en Internet, ya sea en foros, weblogs o cualquier otro lugar.
Adicionalmente, como hacen los investigadores, basta a veces preguntarse por el interés final de la publicación de un mensaje anónimo. ¿A quién beneficia un mensaje Z publicado por un anónimo? ¿Por qué lo hace? ¿Por qué razón realmente lo está escribiendo como anónimo y no identificándose?
Un poco de lógica aplicada a estas situaciones sacaría probablemente a la luz razones mucho menos complejas (de más bajeza y pobre valor humano) que las que realmente son aplicables a las precauciones que hacen legítimo el uso de los mensajes anónimos.
1 comentario:
Interesante punto de vista el de tu post…
Doctor,
Crítico de Blogs
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