13 de mayo de 2007

Yo no soy estúpido

En esta última semana el Partido Popular nos ha demostrado una vez más que representa la opción política de la mentira, la tergiversación y el chantaje. Sus líderes han debido de pensar que tomar a la ciudadanía por estúpida puede ser una táctica electoralmente rentable, y a esa faena se están dedicando con interés.

La mentira de Esperanza Aguirre, capaz de inventar la realidad para ajustarla a su foto. Allí estaba la presidenta, en una de sus múltiples inauguraciones y presentaciones, sonriendo frente a los periodistas mientras tocaba con la mano una incubadora, supuesto reflejo del progreso en materia de sanidad. Sin embargo, la presidenta nos ocultaba que aquella urna de cristal había sido llevada para el momento, ¡flash!, y que luego unos operarios la retirarían del lugar cuando nadie lo presenciara. Pero la pillaron. Esta vez.

La tergiversación de la campaña popular en Badalona, mezcla de racismo y clasismo. Un vídeo electoral con un mensaje político apenas distinguible de cualquier panfleto nacionalsocialista. Una línea discursiva que atravesaba la inmigración, la delincuencia, la suciedad y la inseguridad, sin decir nada pero diciéndolo todo. Una nueva demostración de que el Partido Popular integra no sólo a los apologistas del ultraliberalismo, sino también al sector más reaccionario de la sociedad española.

El chantaje de Francisco Camps y sus socios millonarios de la fórmula uno, vinculando el Gran Premio de la F-1 a la victoria del PP en las elecciones. Una vieja fórmula de hacer política: el caciquismo. Insultar a los valencianos, el nuevo entretenimiento de las altas esferas empresariales vinculadas al partido popular. Dueños del mundo, y jugando en una liga distinta, para ellos nuestro proceso electoral parece ser simplemente un divertido juego.


Efectivamente, la falta de respeto del PP hacia el votante no parece tener límites. Están acostumbrando al ciudadano a la mentira, pero éste está cansándose de escucharles y verles en esa tarea tan vil que es engañar y manipular. Sólo los más incondicionales, que se ven así autorizados para una mayor radicalización de sus consignas derechistas, aceptan estas estrategias.

La suya resulta ser una forma de hacer política peligrosa y, sobre todo, repulsiva.

Alberto Garzón Espinosa
elplural.es

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...