11 de mayo de 2007

Carta abierta a mis hijos

Los pasados 9 y 5 de mayo, cumplíais 8 y 14 años, respectivamente. El próximo día 25, se cumplen cinco años desde que murió vuestro abuelo.

Casuales, significativas y emotivas fechas que casi coinciden con un intervalo, entre hoy, 11 de mayo, y el próximo día 27, que no me será ajeno; nunca me fueron ajenas las campañas electorales, menos aún en esta ocasión en la que participaré, junto a un grupo humano, al que me gusta llamar grupo de trabajo, porque de eso se trata, de trabajar por vuestro pueblo, por mi pueblo, por Cehegín.

Ilusión no me ha de faltar, vosotros sois mi guía, formáis parte de un proyecto único, indisoluble del futuro de Cehegín. Qué más bella razón que esa para estar ahí, trabajando por nuestro pueblo, por sus gentes, por su futuro: no entiendo otro modo de luchar por vosotros que hacerlo por todas las personas que os rodean, que participan, consciente o inconscientemente, de vuestra educación, de vuestra formación como seres humanos y como ciudadanos; lo cual significa que, al mismo tiempo, lucharé por los hijos de todas las cehegineras y cehegineros.
Pero además, vuestro abuelo, el abuelo Pedro, forma parte de la historia de nuestro pueblo; su generación, la generación de aquellas personas que hoy rondan los ochenta años, no pudo disfrutar, cuando eran niños, ni luego de adultos, de las potenciales posibilidades humanas y sociales que, si las cuidamos con mimo, si hacemos prevalecer el interés social por encima de cualesquiera intereses sectarios, vosotros y todos los niños y niñas de vuestra generación podréis seguir disfrutándolas.

Por todo ello, porque no entiendo la vida sin que el día a día sea una constante lucha de futuro, decidí dar este pequeño paso, ofreciendo mi hombro, desde la humildad, allí donde la sociedad precise de mi contribución. Allí estaré, no os defraudaré, me situaré donde decidan nuestros vecinos, nuestros conciudadanos; desde ese espacio, trataré, por todos los medios razonables a mi alcance, que os sintáis orgullosos de vuestra madre; vosotros: Carmen, David, y la memoria del abuelo Pedro, seréis mi mayor talismán en esta nueva andadura, desconocida para mi, pero de máxima ilusión, cuya primera etapa acaba de comenzar, y cuyo recorrido será todo un universo que, con vuestra luz alumbrando mi corazón, juntos lo iremos descubriendo.

Carmen García Camacho

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