Los analistas de Libertad Digital parecen empeñados en demostrar su compromiso con las tesis más ultraliberales y neoconservadoras. La última demostración en este sentido la ha protagonizado Juan Ramón Rallo, colaborador también de liberalismo.org, que ha optado por difamar a una de las figuras más prestigiosas en la lucha contra la pobreza, Mohammad Yunus, último Premio Nobel de la Paz y presidente del Banco Grameen, que concede microcréditos en Bangladesh. Yunus fue atacado con saña por criticar la globalización y tachado de “antiliberal, charlatán, ignorante y mentiroso”.
Quien se permite dedicar estos calificativos al economista blangladeshí, es un estudiante de economía y derecho, miembro fundador del Instituto Juan de Mariana y autor de elogiosos artículos de figuras tan polémicas como Ronald Reagan, a quien considera “uno de los máximos defensores de la libertad durante el siglo XX” . Es también un feroz enemigo de cualquier planteamiento de izquierdas en sus artículos de liberalismo.org. Dicho esto es fácil comprender su natural repulsión por Yunus, que ha recibido doctorados honorarios por 27 universidades y 15 premios internacionales, incluidos el Nobel y el Príncipe de Asturias. El pasado sábado fue entrevistado por El Mundo y de sus respuestas extrajo Rallo sus ataques.
Quien se permite dedicar estos calificativos al economista blangladeshí, es un estudiante de economía y derecho, miembro fundador del Instituto Juan de Mariana y autor de elogiosos artículos de figuras tan polémicas como Ronald Reagan, a quien considera “uno de los máximos defensores de la libertad durante el siglo XX” . Es también un feroz enemigo de cualquier planteamiento de izquierdas en sus artículos de liberalismo.org. Dicho esto es fácil comprender su natural repulsión por Yunus, que ha recibido doctorados honorarios por 27 universidades y 15 premios internacionales, incluidos el Nobel y el Príncipe de Asturias. El pasado sábado fue entrevistado por El Mundo y de sus respuestas extrajo Rallo sus ataques.
Preguntado por la globalización Yunus la definió como “una autopista de 100 kilómetros tomada por los grandes y en la que los pequeños son expulsados de la carretera. Necesitamos una policía de tráfico que ponga las reglas”. Para Rallo “sus palabras tienen que vérselas con su ideología socialista y globalofóbica”. A pesar de que Yunus es doctor en Economía, a Rallo sólo le queda pensar “en la fatal arrogancia que aqueja a todos los iluminados intervencionistas”.
Acusa a Yunus de todo tipo de males, como que su banco, el Grammen Bank o banco de los pobres, “tenga acceso a capital internacional, gracias a las corruptelas y los amiguismos característicos de los organismos internacionales”. Le acusa de cerrar las fronteras y de que las empresas no puedan invertir libremente para convertirse en único beneficiario del crédito.
La arrogancia lleva a Rallo a decir que “las opiniones de Yunus son un peligro para su propio país”, porque en vez de “utilizar su inmerecida influencia para presionar por una mayor liberalización del libre comercio y de la economía, se dedica a criticar la situación de las industrias más exitosas”. De forma obsesiva se centra en las trabas al liberalismo, y cuestiona la siguiente afirmación de Yunus: “El 94% de los ingresos del mundo van a parar a un 6% de la población. Eso no es justo. Es necesario moderar la cantidad de recursos que utiliza la parte de la población que está más alto”.
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