16 de enero de 2007

¿Hasta cuándo, Rajoy, seguirás abusando de nuestra paciencia?

Si usted no cumple, le pondrán bombas, y si no hay bombas es porque ha cedido”, sentenció Mariano Rajoy, dirigiéndose al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, durante su apocalíptica comparecencia parlamentaria. El PP continúa impertérrito rebasando todos los parámetros razonables. ¿Habremos de recurrir necesariamente a Cicerón -en su célebre discurso ante el Senado de Roma- contra Catilina?
Apenas nos queda otra alternativa. Quosque tandem, Catilina? “¿Hasta cuándo ya, Catilina?, seguirás abusando de nuestra paciencia? ¿Por cuánto tiempo aún estará burlándose de nosotros esa locura tuya? ¿Hasta qué límite llegará, en su jactancia, tu desenfrenada audacia? (…) ¿No te das cuenta de que tus maquinaciones están descubiertas?”
“!Apoyarle a usted en el error supone el fin de toda esperanza!”, clamaba el líder de la derecha. Tenía razón Agustí Cerdà, el actual portavoz parlamentario de ERC, aludiendo a la citada frase de Rajoy sobre las bombas con las siguientes palabras: “Me da miedo, usted, señor Rajoy. A veces los extremos se tocan, y no quiero decir, ni mucho menos, que ETA y el PP sean iguales. Pero tanto ETA como ustedes comparten aquello de ´cuanto peor, mejor`. Hoy no era el inicio de su campaña electoral”.
Es una campaña, sin embargo, no iniciada ayer en el Congreso de los Diputados. Comenzó pocas horas después de que se conocieran los resultados de las elecciones generales de marzo de 2004. Desde entonces hasta el día de la fecha, el PP no ha hecho otra cosa que campaña electoral con el único fin de de reventar al contrincante. De triturarlo. De casta le viene al galgo y eso que, a pesar de todo, Fraga Iribarne no llegó en su tarea opositora donde –sin complejos- lo hiciera luego José María Aznar y, en el presente, el sucesor de éste, Mariano Rajoy.
No lo digo yo. “Suele predominar en Fraga la oposición sobre la posición y, a veces, el temperamento sobre la inteligencia”, sostiene el ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo -escasamente sospechoso de simpatizar con la izquierda- en su libro Memoria viva de la transición, publicado en junio de 1990. ¿Es un problema genético de buena parte de la derecha española? Es probable. Estremece sólo imaginar que el diagnóstico sea cierto.
Las “maquinaciones” de Rajoy, como las de Catalina, están también “descubiertas”. De todos los procesos de paz que, de una manera u otra, han sido impelidos por los distintos jefes de Gobierno de la democracia española, el único que ha sido boicoteado, torpedeado, abrasado en la hoguera de las calumnias más bochornosas, por parte del principal partido de la oposición, ha sido el capitaneado por Zapatero. De todos los atentados que ha perpetrado ETA, el único por el que le han exigido responsabilidades políticas a un presidente del Gobierno ha sido el del 30 de diciembre en la T-4 de Barajas. No lo hizo De todas las manifestaciones de condena a ETA y de solidaridad con las víctimas mortales que se han efectuado en este país desde hace muchos años, la única en la que no ha participado el principal partido de la oposición fue la del sábado pasado. Rajoy hubiera podido ayer bajar el listón de sus admoniciones contra Zapatero, hubiera podido reducir el clima de tensión creciente entre los demócratas que sólo favorece, obviamente, a los terroristas. Hubiera podido adentrarse en el ámbito de la cordura, buscando puntos de encuentro para la concordia. No lo hizo.
Rajoy exigía, recordemos, que el vocablo libertad figurara en el lema de la manifestación de Madrid. Minutos más tarde de que su solicitud fuera complacida, el líder conservador cambió de tercio, se salió por la tangente y exigió –como si fuera un sátrapa de la antigua Persia, o de la antigua España- que fueran suspendidas las manifestaciones de Bilbao y de Madrid. Las maquinaciones de Rajoy están, es verdad, descubiertas. Ayer, en el Congreso, volvió a sobresalir su condición de político rastrero.
Pero el PP se quedó solo de nuevo con su “audacia desenfrenada”. El resto de partidos cerró filas con Zapatero. La bancada popular bramaba como el fondo sur del Bernabéu. Llovían los insultos al presidente del Gobierno. Moragas y Michavila, el diputado ausente, brillaron como hooligans furiosos. Quosque tandem, Mariano?
Enriq Sopena

1 comentario:

Anónimo dijo...

Terribles las decalaraciones de Rajoy. Ese hombre más que asco da miedo, perfieriendo bombas a perder las próximas elecciones. Yo creo que ya les da igual la paz con tal de hacer oposición.

No dí crédito a esa 'frase bomba' y sigo sin dárselo. Es un bestia.

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