5 de agosto de 2006

Los cuatro jinetes del Apocalípsis

Los antiguos consideraban que los cuatro elementos -agua, aire, fuego y tierra- eran los principios constitutivos del universo. Nada ha cambiado, aunque más parezcan, en ocasiones, los cuatro jinetes del Apocalípsis.
Hay voces que anuncian que la próxima gran guerra mundial será por el agua (en lo doméstico, ese elemento inodoro, incoloro, insípido y trasvasable o desalable ya que posee carga ideológica de profundidad.
Nuestro fuego creador es el petróleo, dios vital de nuestro tiempo por el que se vive, se muere y, si es preciso, se mata.
El aire es consustancial a la vida: respiramos dieciséis veces por minuto, nos guste o no, aunque la atmósfera se pueble de ponzoñas.
Pero nuestro elemento favorito es la tierra, que ya no es para el que la trabaja, sino para el que la recalifica, la urbaniza, la promueve y la vende. Hoy, el suelo y el subsuelo valen tanto o más que el vuelo ("los edificios pasarán, pero la tierra no pasará" dijo el profeta de los bienes raíces). Y es que ¿qué no haría usted por un pedacito de tierra al que poder llamar -tras toda una vida hipotecada- suyo? Aunque sólo sean esas cuatro rayas amarillas pintadas en el suelo que solemos llamar, ampulosamente, "plaza de parking" y sin las que no somos nadie. Ni siquiera ese producto humilde, mezcla de agua y tierra, cocida al fuego e insuflada de aire divino, que creemos ser.
L.A.M.G. (Alicante)

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