Europa ha sido siempre una realidad abierta, difícil de circunscribir territorialmente. La esencia de Europa tenía que ver más con su vocación que con su identidad: Europa como proyecto que se crea, se hace y se construye. Si algo caracterizaba a Europa era su universalismo y su espíritu crítico frente a lo dado, fruto de la tensión entre lo que "es" y lo que "debe ser". En definitiva, aunque suene a eurocentrismo, a Europa la definía, con todas sus sombras, que son muchas, su papel civilizador en el mundo.
Ahora, todo esto está cambiando. De la Europa abierta al mundo estamos pasando a la Europa-fortaleza, a la Europa-blindada. Un síntoma inequívoco de su decadencia. Esperemos que Europa dé marcha atrás en este nuevo camino que ha emprendido y que no conduce a ninguna parte, porque como señalaba hace unos días en EL PAÍS Iñigo More en 'Murallas inútiles', "los muros, las murallas y vallas que proliferan en las fronteras" no sirven para nada, porque "lo único que puede frenar a los emigrantes es una mejora sustancial de sus condiciones de vida en su país de origen".
José Antonio Pozo Maqueda (Madrid)
José Antonio Pozo Maqueda (Madrid)
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo con Iñigo Mora
Que cambien la Ley de Extranjería coño ya, tanto lamentarse y tanta historia.Europa no puede seguir vivendo a costa del Tercer mundo y luego rechazar a sus habitantes, eso es inmoral, pero además es que NO FUNCIONA¿Cuántos muertos hacen falta para verlo?
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