23 de diciembre de 2010

Una persona, un cargo

Creo que es necesario plantearse esta cuestión porque somos capaces y tenemos banquillo. La duplicidad de cargos e incluso de ingresos considero que no es buena para el devenir de las funciones que necesariamente implican los cargos que se obstenten, sean estos los que sean, no se puede estar en ambos al 100% por bien que se desee hacer y aunque la voluntad sea la máxima.

En esta línea, un cargo una persona,  se expresa y mucho mejor que yo, Alfonso Villagómez en su espacio "Los pasos contados" de Elcorreogallego.es

Con su permiso, procedo a reproducir su artículo que yo suscribo y animo a su debate en nuestra Federación al igual que ya lo han hecho los compañer@s del PSG.



SIN DUDA estos tiempos tan difíciles exigen a los responsables políticos toda la atención y la dedicación en la tarea pública. El trabajo común de servicio a los ciudadanos requiere no sólo de cualidades y capacidades para el cargo público sino también -y quizá en mayor medida- de un esfuerzo personal plenamente concentrado en un único objetivo. Por ello, es de destacar la "norma" interna que en el Partido de los Socialistas de Galicia establece que un hombre, o una mujer, sólo pueda desempeñar un único cargo público. Una regla de conducta política que parece tan evidente que debería estar incorporada a nuestro ordenamiento jurídico, que sigue tolerando ciertas compatibilidades que hoy en día ya no tienen ningún sentido. Porque, amables lectores, dicha pauta de los progresistas gallegos de alguna manera es trasunto del principio general que clásicamente viene señalando desde los mismos orígenes del sistema democrático, "un hombre, un voto". En efecto, como afirmó el presidente del Tribunal Supremo americano, Earl Warren, "en la medida que el derecho de voto de un ciudadano pierde valor, él mismo se menoscaba como ciudadano", para, precisamente, denostar el fenómeno de la "sobrerrepresentación" que entonces comenzaba a manifestarse en los Estados Unidos.



Y es que esa representación en exceso, o al menos por duplicado, en una misma persona es, por otra parte, fuente de recelos y suspicacias. Aunque los criterios impeditivos son muy estrictos y claros en nuestra legislación, esa acumulación de cargos no deja de levantar sospechas a los ciudadanos -que no tienen que conocer las prolijas normas administrativas- sobre las retribuciones que pudieran ir acompañadas a los distintos cargos a desempeñar una misma persona. A nuestros representantes hay que exigirles "un esfuerzo testimonial de ejemplaridad ante los ciudadanos, constituyendo en este sentido un importante avance hacia la solidaridad, la moralización de la vida pública y la eficacia de la Administración" (Préambulo de la Ley 53/1984).



Qué ahora este compromiso de incompatibilidad "política" impulsado por Pachi Vázquez haya encontrado la aceptación unánime en los propios "afectados" es un síntoma muy llamativo de buena salud en los principios de una organización que en pocos meses se va a enfrentar con el reto de renovar su hegemonía en las principales ciudades de Galicia.



He aquí, por tanto, una simple ecuación que a nadie se le escapa, es de hecho mucho más compleja aunque no por ello perfectamente posible, y sin duda su enunciado refleja, en la sosa abstracción de su algoritmo, una realidad más cruel que la presentada en la medida precisa para nuestra democracia representativa. Pero sobre todo, gracias al énfasis reiterativo que exigirá, declara abiertamente su más inapelable y obvio mandato: un hombre y una mujer, son uno. Sin embargo, habrá que esperar a que dicha medida se haga firme y su cumplimiento riguroso no sólo en las próximas elecciones locales, sino ante cualquier otra cita electoral y, también, cuando llegue el momento de la formación por los socialistas del Gobierno de la comunidad autónoma.

Alfonso Villagómez



1 comentario:

Unknown dijo...

Igualmente Nicolás!
Un abrazo

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