El debate del Estado de la Nación, entre otras cosas, ha servido para ver, una vez más, el estado y la personalidad de los líderes de los dos principales partidos.
Y en este sentido, he visto a un presidente del Gobierno impertérrito, optimista, calmado, educado y, aunque agobiado por la responsabilidad de la gestión de la crisis, capaz de presentar iniciativas para intentar salir de esta preocupante crisis.
Por el contrario, he visto a un Mariano Rajoy nervioso, pesimista, maleducado, monocorde, agresivo e incapaz de ofrecer propuestas consistentes como alternativa.
Seguramente esta sea una de las razones por las que el Partido Popular -a pesar del desgaste que la crisis esta causando en el Gobierno- no sea capaz de ganar claramente en las encuestas. En consecuencia, podemos concluir que el estado del Sr. Rajoy como líder del PP sigue siendo de pronóstico reservado.
Pedro Serrano Martínez
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