¡Torero! ¡Torero! ¡Toro! ¡Toro!

Si no hay facturas, que se las inventen o ¿es que lo expertos en la Caja B no van a saber a estas alturas dar esquinazo a la Justicia?. Y si no, tranquis, que tenemos a los amigos para algo y están … donde deben estar.

Nombre y apellidos toreros (José Tomás), valor más que supuesto, elegancia profesional. Ese es el hombre. Veremos cómo maneja: verónica, larga cambiada o natural, arrimando hasta mojar la taleguilla con los efluvios que manan por las heridas del morlaco, furioso por el castigo de sus propias banderillas. Un toro “mix” fruto de modificación genética (Miura – Vitorino – Aznar – Fraga – Esperanza – Trillo – Rajoy) busca su femoral bajo las telas, mientras el tendido ruge, en dos bandos dividido. De un lado: - ¡Toro, toro! Del otro: - ¡Torero, torero! Unos van con el toro. El toro definitivo, bravo y testicular emblema de la España cañí. Monstruo que arrasará con todo y que con su sombra aterradora ocultará a cualquier desdichado que ose cuestionar lo que por raza y tronío corresponde a los señores. Los otros, asustados ante el desafío, animan al valiente sastre metido a espontáneo artista del capote y solo al arreciar las voces del auditorio “torista”, se animan a un flojo : - ¡Trajes para todos!.

Porque eso es: sastre – torero, recortador de patrones y de astados. Despedido, denunciado, amenazado, insultado gratis y sin costes, él, que al fin y al cabo es un siervo fino de la gleba, atreverse a poner en duda la honradez del señorito. ¿Qué no ha pagado los trajes? Hasta ahí podíamos llegar. Ya lo ha dicho la niña Soraya: el señorito paga cuando quiere, como quiere y si quiere. Y si no hay facturas, que se las inventen o ¿es que lo expertos en la Caja B no van a saber a estas alturas dar esquinazo a la Justicia?. Y si no, tranquis, que tenemos a los amigos para algo y están … donde deben estar.

Ahora está en la plaza el “sastrecillo valiente” y una vez rematada la faena por el toro – toro, otros serán echados a la fiera: policías (¡cómo se les ocurre! ¡si tendría que volver la Brigada Político - Social para enseñarles modales a estos maderos asociatados!) y un buen día, que será el día grande, al gran maestro de la torería, el Manolete (con perdón, que aquél dicen que toreó rojos) de nuestros días, el garzón que se atrevió a traspasar la línea de la impunidad de origen de castas y fortunas, encontrará a su Islero: castigo sin gloria, morderá el polvo y será para siempre una figura olvidada. Ese será el espectáculo más deseado: ver, como en goyesca tauromaquia, lanzar sus simbólicas tripas por los aires entre el aullar de nuestro público entregado, mientras los otros, los sumisos, hacen mutis por el foro para no acercarse más a este coso, Ruedo Ibérico, que es nuestra finca desde siglos.

A. Díaz de Corcuera

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