La opción de llegar a tener que verse la cara con Hacienda no parece asustar a Francisco Marqués. O, cuanto menos, parecen darle más miedo otras alternativas, como el delito de cohecho del que está imputado. El caso es que el ex alto cargo de la Comunidad Autónoma -fue consejero de Sanidad entre 1996 y 2003, y consejero de Medio Ambiente desde julio del 2004 hasta abril del 2006 en giobiernos de Valcárcel- no tuvo empacho el pasado sábado en admitir ante el juez que ha ocultado al control de la Hacienda Pública, durante las dos últimas décadas, ingresos por importe de unos 92 millones de pesetas (unos 552.000 euros). Todo ello procedente de donaciones familiares y de la venta de bienes inmuebles y, en ningún caso, sostiene, de pagos ilícitos para impulsar proyectos desde los departamentos que ha dirigido. Algo que, de haber admitido, habría supuesto una confesión explícita de cohecho.
Dos son, pues, las ideas básicas en torno a las cuales giró buena parte de su declaración ante el magistrado del Juzgado de Instrucción número 3 de Murcia, Antonio Alcázar, que instruye el caso Zerrichera: «Que no ha recibido ninguna aportación de dinero para la aprobación de dicho expediente de La Zerrichera, se entiende)», y, dos, que «efectivamente ha tenido ingresos que no han sido declarados y no fiscalizados por tanto, desde hace tiempo, aunque alguno más recientemente».
Dicho en román paladino, que no habría incurrido en cohecho, pero sí habría defraudado al fisco.
UN TRASTERO 'MILLONARIO'
Tanto dinero negro acumuló en algunos momentos que el trastero de su domicilio de Murcia, donde la Policía Judicial halló la pasada semana 43.00 euros en billetes de 500 euros, llegó a servirle para esconder «250.000 euros (más de 41 millones de pesetas, más otros 30.000 euros (otros cinco millones de pesetas)», tal y como se recoge textualmente en el acta con su declaración judicial.
¿De dónde procedía todo ese dinero que hurtó al control de la Hacienda Pública? Lo explica con detalle:
Una entrega de 40 millones de pesetas que su suegro hizo a su esposa, entre los años 95 y 96, para compensar que había dejado el negocio familiar a sus dos hermanos.
Otros siete millones de pesetas que su madre le dio entre los años 94 y 96 por la venta de una finca.
De la venta en 1988 a su primo de una sociedad, Cabramar S.L., que Marqués dedicaba a la explotación ganadera, y por cuyo traspaso recibió 24 millones de pesetas, de los que sólo declaró 10.
De vender una casa en Albarracín, en 1998, que se escrituró en 12 millones de pesetas, y por los que además recibió «6 ó 7 millones en dinero no fiscalizable».
De la venta de un adosado en Mazarrón, en 1998 ó 1999, que vendió en 15 millones de pesetas y que se escrituró en 9.
De la venta de una parcela en Altorreal, en el año 2000, por 15 millones de pesetas, aunque se escrituró en 9.
De la venta de dos parcelas en La Alcayna, por 240.000 euros (40 millones de pesetas) y que se escrituró por 180.00 euros (30 millones de pesetas).
De la venta de un punto de amarre de Lo Pagán, en el 2007, por el que recibió 72.000 euros, que no declaró al fisco.
En total, unos 92 millones de pesetas hurtados al control de Hacienda, una parte importante de los cuales cuando ya ocupaba cargos de responsabilidad en el Gobierno regional del PP.
TRES VÍAS DE CONVERSIÓN
Todo ese dinero negro, «dinero incómodo», como se refiere Marqués al mismo, se convirtió en un serio problema a principios del 2002, con la llegada del euro. Ello le obligó a sacar del trastero el dinero negro en pesetas, y a cambiarlo por la nueva moneda. Para ello, afirma, utilizó tres vías:
Un empleado de Cajamurcia, que le cobró 12.000 euros por cambiarle el dinero, en lo que era una comisión del 2%. Así, la cantidad cambiada a euros de una tacada debía ascender a 600.000 euros (cien millones de pesetas).
Un empleado de Cajamar, conocido suyo, que le cambió «importantes cantidades: unos 30 millones de pesetas».
El Banco de España, al que llevaba cantidades de entre uno y dos millones de pesetas.
Todo ese dinero negro, ha confesado ante el juez Alcázar, «lo guardó donde pudo, en su casa, en un trastero...».
ALQUILÓ UNA CAJA DE SEGURIDAD
Como muchas personas que disponen de grandes cantidades en dinero negro, Marqués también disponía de una caja de seguridad alquilada en una entidad bancaria. Así lo cuenta en su declaración: «Que es cierto que tenía una caja de seguridad y que la tiene todavía, en Cajamar, y que cuando le pudo hacer falta algo más de dinero (para adquirir alguna de las propiedades inmobiliarias que más adelante se detallarán) acudió a esa caja. Que la había alquilado a principios de ese mismo año (estaba hablando del 2005), precisamente para guardar ese dinero. Que el motivo de no haber alquilado una caja con anterioridad, a pesar de todos los años de los que dispuso de este tipo de dinero, fue por las dificultades (que encontró), ya que no suele haber disponibilidad en las entidades con las que trabaja (...) Que el motivo de que no guardara todo el dinero en esa caja fue por la inquietud que le producía su tenencia, ya que resulta difícil guardar ese dinero. Que su modo de vida no es austero, pero que tampoco es dado a grandes gastos».
INVERTIDO EN COMPRAR PISOS
Lo que hizo con ese dinero nunca declarado al fisco fue utilizarlo, también como dinero negro, para adquirir algunas viviendas. De esta forma pagó una parte de una casa comprada en Madrid (donde reside una de sus hijas y donde el propio Marqués fue detenido el pasado miércoles por agentes de la Unidad contra la Delincuencia Económica y Fiscal-UDEF); otra vivienda en Águilas, en el Hornillo, y un dúplex en Campoamor (Orihuela). Eso, además de entregarle 206.000 euros (unos 34 millones de pesetas) a una agrupación de farmacéuticos, conocida como Grupo Trébol, para comprar una oficina de farmacia en Madrid para su hija, que quiere ser farmacéutica.
laverdad.es
Dicho en román paladino, que no habría incurrido en cohecho, pero sí habría defraudado al fisco.
UN TRASTERO 'MILLONARIO'
Tanto dinero negro acumuló en algunos momentos que el trastero de su domicilio de Murcia, donde la Policía Judicial halló la pasada semana 43.00 euros en billetes de 500 euros, llegó a servirle para esconder «250.000 euros (más de 41 millones de pesetas, más otros 30.000 euros (otros cinco millones de pesetas)», tal y como se recoge textualmente en el acta con su declaración judicial.
¿De dónde procedía todo ese dinero que hurtó al control de la Hacienda Pública? Lo explica con detalle:
Una entrega de 40 millones de pesetas que su suegro hizo a su esposa, entre los años 95 y 96, para compensar que había dejado el negocio familiar a sus dos hermanos.
Otros siete millones de pesetas que su madre le dio entre los años 94 y 96 por la venta de una finca.
De la venta en 1988 a su primo de una sociedad, Cabramar S.L., que Marqués dedicaba a la explotación ganadera, y por cuyo traspaso recibió 24 millones de pesetas, de los que sólo declaró 10.
De vender una casa en Albarracín, en 1998, que se escrituró en 12 millones de pesetas, y por los que además recibió «6 ó 7 millones en dinero no fiscalizable».
De la venta de un adosado en Mazarrón, en 1998 ó 1999, que vendió en 15 millones de pesetas y que se escrituró en 9.
De la venta de una parcela en Altorreal, en el año 2000, por 15 millones de pesetas, aunque se escrituró en 9.
De la venta de dos parcelas en La Alcayna, por 240.000 euros (40 millones de pesetas) y que se escrituró por 180.00 euros (30 millones de pesetas).
De la venta de un punto de amarre de Lo Pagán, en el 2007, por el que recibió 72.000 euros, que no declaró al fisco.
En total, unos 92 millones de pesetas hurtados al control de Hacienda, una parte importante de los cuales cuando ya ocupaba cargos de responsabilidad en el Gobierno regional del PP.
TRES VÍAS DE CONVERSIÓN
Todo ese dinero negro, «dinero incómodo», como se refiere Marqués al mismo, se convirtió en un serio problema a principios del 2002, con la llegada del euro. Ello le obligó a sacar del trastero el dinero negro en pesetas, y a cambiarlo por la nueva moneda. Para ello, afirma, utilizó tres vías:
Un empleado de Cajamurcia, que le cobró 12.000 euros por cambiarle el dinero, en lo que era una comisión del 2%. Así, la cantidad cambiada a euros de una tacada debía ascender a 600.000 euros (cien millones de pesetas).
Un empleado de Cajamar, conocido suyo, que le cambió «importantes cantidades: unos 30 millones de pesetas».
El Banco de España, al que llevaba cantidades de entre uno y dos millones de pesetas.
Todo ese dinero negro, ha confesado ante el juez Alcázar, «lo guardó donde pudo, en su casa, en un trastero...».
ALQUILÓ UNA CAJA DE SEGURIDAD
Como muchas personas que disponen de grandes cantidades en dinero negro, Marqués también disponía de una caja de seguridad alquilada en una entidad bancaria. Así lo cuenta en su declaración: «Que es cierto que tenía una caja de seguridad y que la tiene todavía, en Cajamar, y que cuando le pudo hacer falta algo más de dinero (para adquirir alguna de las propiedades inmobiliarias que más adelante se detallarán) acudió a esa caja. Que la había alquilado a principios de ese mismo año (estaba hablando del 2005), precisamente para guardar ese dinero. Que el motivo de no haber alquilado una caja con anterioridad, a pesar de todos los años de los que dispuso de este tipo de dinero, fue por las dificultades (que encontró), ya que no suele haber disponibilidad en las entidades con las que trabaja (...) Que el motivo de que no guardara todo el dinero en esa caja fue por la inquietud que le producía su tenencia, ya que resulta difícil guardar ese dinero. Que su modo de vida no es austero, pero que tampoco es dado a grandes gastos».
INVERTIDO EN COMPRAR PISOS
Lo que hizo con ese dinero nunca declarado al fisco fue utilizarlo, también como dinero negro, para adquirir algunas viviendas. De esta forma pagó una parte de una casa comprada en Madrid (donde reside una de sus hijas y donde el propio Marqués fue detenido el pasado miércoles por agentes de la Unidad contra la Delincuencia Económica y Fiscal-UDEF); otra vivienda en Águilas, en el Hornillo, y un dúplex en Campoamor (Orihuela). Eso, además de entregarle 206.000 euros (unos 34 millones de pesetas) a una agrupación de farmacéuticos, conocida como Grupo Trébol, para comprar una oficina de farmacia en Madrid para su hija, que quiere ser farmacéutica.
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