La reducción en medio punto en los tipos de interés llevada a cabo por los principales bancos centrales del mundo constituye una de las medidas más acertadas para reaccionar ante la presente crisis. Lo es porque afectará de manera positiva al conjunto de la economía, ya que el tipo de interés es una variable clave para conseguir la expansión de la demanda, muy en declive actualmente, y para fomentar la inversión. Pero si nos ceñimos al ámbito del mercado de la vivienda, es preciso matizar las anteriores afirmaciones. Y ello porque tal disminución del precio del dinero sólo afectará positivamente a aquellos ciudadanos que habiendo adquirido ya una vivienda, procedan a renovar su hipoteca. Ésta es la vertiente que de manera exclusiva se beneficia de la medida, pues por el lado de la oferta en el mercado de la vivienda existen restricciones a los préstamos para adquisición de suelo y para la construcción, y por el lado de la demanda, considerando la naturaleza de la crisis que se padece, el sistema financiero aplica severamente, y con razón, un criterio muy selectivo a la hora de conceder nuevas hipotecas. A esto último hay que añadir otra restricción, y es que la cuantía de las hipotecas que podrían concederse no pueden superar, como es bien sabido, cuatro veces el salario bruto anual.
Insisto en la bondad de la medida adoptada, pero también en la matización sobre sus repercusiones en el mercado inmobiliario. Profundizando en este análisis, tampoco cabe esperar que tipos de interés más bajos animen a contener la caída de la demanda, ya que en la estructura del consumo actual se han cambiado las prioridades y hay otros bienes y servicios que serían demandados. El consumidor se resiste por esta razón y porque a pesar de todas las medidas acertadas que se están tomando, aún confía en que la caída de los precios de la vivienda continuará acentuándose, por lo que tiende a adoptar una postura de cautela así como un planteamiento de compra a medio o largo plazo teniendo en cuenta todas las circunstancias que ahora entorpecen la misma. En síntesis, sea bienvenida esta primera reducción de los tipos porque resultaba inevitable y aconsejable. Pero por lo que se refiere al mercado inmobiliario se precisan otras iniciativas -algunas de las cuales ya se están adoptando-, como la promoción de las viviendas de alquiler y las de promoción oficial.
Andrés Fernández Díaz es catedrático de Política Económica de la Universidad Complutense de Madrid.
Insisto en la bondad de la medida adoptada, pero también en la matización sobre sus repercusiones en el mercado inmobiliario. Profundizando en este análisis, tampoco cabe esperar que tipos de interés más bajos animen a contener la caída de la demanda, ya que en la estructura del consumo actual se han cambiado las prioridades y hay otros bienes y servicios que serían demandados. El consumidor se resiste por esta razón y porque a pesar de todas las medidas acertadas que se están tomando, aún confía en que la caída de los precios de la vivienda continuará acentuándose, por lo que tiende a adoptar una postura de cautela así como un planteamiento de compra a medio o largo plazo teniendo en cuenta todas las circunstancias que ahora entorpecen la misma. En síntesis, sea bienvenida esta primera reducción de los tipos porque resultaba inevitable y aconsejable. Pero por lo que se refiere al mercado inmobiliario se precisan otras iniciativas -algunas de las cuales ya se están adoptando-, como la promoción de las viviendas de alquiler y las de promoción oficial.
Andrés Fernández Díaz es catedrático de Política Económica de la Universidad Complutense de Madrid.
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