Parece que algunos se niegan a recordar a las víctimas con el mismo fervor con el que se empeñan a recordar a los verdugos.
En Navaluenga, Ávila, con gobierno del PP, cambiaron el nombre de las calles hace mas de cuatro años, pero su visión paricular y distorsionada de la memoria histórica sigue preservando el nombre del dictador.
Hablan de no abrir ciertas heridas, pero se niegan a cerrar las que más supuran. El cinismo de la ley del embudo no tiene límites para algunos.
Claman al cielo porque haya personas que, para descansar en paz, buscan que sus antepasados también lo consigan, mientras nos recuerdan, todos los días, al pasar por esas calles, la figura de quién promovió la barbarie que ahora se quiere mitigar. Como daño colateral, da pie a aquellos que dedican calles y parques a los terroristas. Pensarán que si el enemigo número uno de la democracia, un general renegado, golpista y fratricida, mantiene su nombre en las calles (o su esfinge, como en Avila capital), ¿porque no pueden tenerla aquellos que son considerados hijos predilectos en sus pueblos del Pais Vasco?.
Reprochan que la gente recuerde a sus muertos tantos años después. Los mismos que ellos llevan sin dejarnos olvidar.
Miguel Ángel Pérez
En Navaluenga, Ávila, con gobierno del PP, cambiaron el nombre de las calles hace mas de cuatro años, pero su visión paricular y distorsionada de la memoria histórica sigue preservando el nombre del dictador.
Hablan de no abrir ciertas heridas, pero se niegan a cerrar las que más supuran. El cinismo de la ley del embudo no tiene límites para algunos.
Claman al cielo porque haya personas que, para descansar en paz, buscan que sus antepasados también lo consigan, mientras nos recuerdan, todos los días, al pasar por esas calles, la figura de quién promovió la barbarie que ahora se quiere mitigar. Como daño colateral, da pie a aquellos que dedican calles y parques a los terroristas. Pensarán que si el enemigo número uno de la democracia, un general renegado, golpista y fratricida, mantiene su nombre en las calles (o su esfinge, como en Avila capital), ¿porque no pueden tenerla aquellos que son considerados hijos predilectos en sus pueblos del Pais Vasco?.
Reprochan que la gente recuerde a sus muertos tantos años después. Los mismos que ellos llevan sin dejarnos olvidar.
Miguel Ángel Pérez
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