26 de agosto de 2008

Los girasoles ciegos




El director José Luis Cuerda estrena este viernes Los girasoles ciegos, película basada en el libro de cuentos de Alberto Méndez, en la que trabajó mano a mano con el fallecido guionista Rafael Azcona y en la que se ha "movido con mayor libertad interior" y "sentido más a gusto" consigo mismo, según confiesa. "Es norma que digas que tu última película es la mejor... creo que a mí no me pasa eso, pero en este caso sí que creo que ésta es la mejor que he hecho", afirma el veterano.

Rodada entre Orense y Madrid, el largometraje cuenta, entre otras, con las interpretaciones de Maribel Verdú, Javier Cámara, Raúl Arévalo y el pequeño Roger Princep. Un "reparto cortito y tan bueno, que me regalaba cosas continuamente, pequeños matices, posturas... que tenía que ir cogiendo", prosigue el realizador.

Responsable de películas como La lengua de las mariposas y productor de Alejandro Amenábar en Tesis o Abre los ojos, José Luis Cuerda trabajó con Rafael Azcona en este guión, el último del fallecido guionista. "El trabajo con Azcona es lo mejor que te puede pasar en esta vida. Trabajar con él, convivir con él, compartir algún premio... era maravilloso; es una de las experiencias profesionales más importantes que he tenido nunca y la experiencia personal de la que más he aprendido en honradez y ternura", rememora.

La novela Los girasoles ciegos ganó el premio Nacional de Narrativa 2005, ha sacado veinte ediciones en España y ha sido publicada en numerosos países. La obra está integrada por cuatro cuentos, en los que Méndez (fallecido en 2004 y convertido en escritor de culto con un sólo libro publicado) hurgó en los recuerdos familiares para situarse en los últimos coletazos de la Guerra Civil.

"Cuando leo un libro nunca pienso en hacer una adaptación, los compro para disfrutarlos, como miro un cuadro o un atardecer. Pero varias personas me habían repetido que tenía que llevar al cine esta novela", recuerda Cuerda, quien recibió la propuesta formal de Fernando Bovaira, el productor de La lengua de las mariposas

Personajes con sustancia

Así, prosigue, "pensó que, efectivamente, había una adaptación y que toda la parte literaria de la novela era asumible si Rafael y él conseguían hacer unos personajes poliédricos, con profundidad y sustancia, interpretados por actores que supiesen demostrar al máximo las zozobras, las inquietudes y la imposibilidad de vivir dignamente". Esa fue su guía, pues considera "pretencioso" buscar la poesía de la novela, y por ello, optó por ir directamente al centro de la cuestión.

"Por decisión propia, es una película sustantiva, sin ningún abalorio, que empieza con unos títulos de crédito en un plano fijo de cinco minutos de un retablo Barroco", puntualiza el director, que tomó esta idea del interior de la casa del protagonista de Él, la película de Buñuel. A José Luis Cuerda le gustaría que los espectadores se acercasen a la película como él se ha acercado a los personajes, "dándoles bazas vitales a todos".

"La Guerra Civil tuvo muchas cosas terribles, y para mí, lo más terrible es que, una vez terminada, las fuerzas franquistas, ya en el poder y sin enemigo armado, siguieron matando a miles y miles de personas, que no tenían manera ya de defenderse", comenta un director, que, sin embargo, ha "evitado cargar las tintas".

"Es una película para acercarme a unos seres humanos que, en una enorme injusticia, fueron tratados como objetos, porque se suponía que no tenían sentimientos y eran alimañas", concluye el director.

elpais.es

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No he leído el libro, e intentaré hacerlo (como ver la película), pero a quien le haya gustado debería consultar el veterano "Los topos" de Leguineche y Torbado. Todo está escrito...

Santos López dijo...

El aparente carácter abierto de los españoles, esconde tras de sí un laberinto de secretismo y escenificaciones de misterio que hacen inviable el desarrollo de una normal dinámica a la hora de contar nuestra reciente historia con toda su crudeza. No es la oposición de la derecha quien lo impide, es el exceso (insultante) de prudencia de muchísima gente, que se dicen de izquierdas, y cuya ascendencia sería determinante en esa normalización.
Acabo de leer el libro, las cuatro historias, los cuatro cuentos, son inquietantes, glosan una máxima: excepto el sanguinario y sus adláteres, ganadores y perdedores, debieron sufrir lo indecible.
Saludos, Carlos.
Santos

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