10 de agosto de 2007

Mensaje de la DGT

La voz -intimidatoria, retadora- del mensaje de la Dirección General de Tráfico (DGT), con el que se aspira a disuadir a los conductores temerarios para reducir la cifra de muertes sobre el asfalto, no va a resonar en las conciencias de aquellos con la intensidad y efectividad que se desea.

Se ha dicho que el ser humano es «un animal de costumbres». Y los que tienen por tales desafiar a la velocidad para vivir «trepidantes aventuras», se empecinan en que aquéllas arraiguen. Son especímenes que prefieren unos minutos de éxtasis (altura emocional, experiencia de un hecho deseable), a seguir soportando consejos, advertencias o amenazas de acabar en la cárcel, pagar cuantiosas multas o ser desposeídos de su carnet de conducir.

La voz que incorpora la campaña de la DGT para este verano no pasa de ser, para estos suicidas y homicidas, una mera emisión de sonidos, que, por molestar a sus oídos, sustituyen por el rugido del motor de los ingenios móviles que les transportan a ese «tiempo de gloria», para subir, después, a la gloria, y sumir en el dolor y la muerte indeseada a los demás. Ojalá mi pesimismo pueda ser desacreditado, empero, cuando finalicen esas llamadas operaciones salida y retorno.

Manuel Castellanos Plaza

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