Los españoles ocupan el cuarto lugar entre los 27 Estados miembros de la Unión Europea en el rechazo al uso de la energía nuclear, si bien muchos de ellos no piden su eliminación, tan solo una disminución importante en su uso. Únicamente Austria, Grecia y Chipre están por encima a la hora de reflejar los problemas de aceptación que tienen estas centrales que en Francia, por ejemplo, sólo son respaldadas por el 25% de la población.
Sin embargo, mientras en los países occidentales crece la propensión a disminuir el peso del segmento nuclear, en las economías emergentes parece ocurrir justo lo contrario, pues parece improbable que renuncien sin más a la que es, junto al carbón, la fuente de energía masiva de menor coste económico en este momento. Y es que mientras en los primeros un ciudadano invierte en consumo energético entre un 2% y un 5% de sus ingresos, en los territorios más pobres esa dedicación llega al 15% de sus limitados recursos.
Al cierre del 2006, había 433 centrales en funcionamiento en 31 países, que producían el 16% de la energía consumida en el mundo. En la Unión Europea, las instalaciones de este tipo alcanzaban las 145, repartidas en quince Estados miembros.
Sin embargo, mientras en los países occidentales crece la propensión a disminuir el peso del segmento nuclear, en las economías emergentes parece ocurrir justo lo contrario, pues parece improbable que renuncien sin más a la que es, junto al carbón, la fuente de energía masiva de menor coste económico en este momento. Y es que mientras en los primeros un ciudadano invierte en consumo energético entre un 2% y un 5% de sus ingresos, en los territorios más pobres esa dedicación llega al 15% de sus limitados recursos.
Al cierre del 2006, había 433 centrales en funcionamiento en 31 países, que producían el 16% de la energía consumida en el mundo. En la Unión Europea, las instalaciones de este tipo alcanzaban las 145, repartidas en quince Estados miembros.
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