El problema de fondo en torno al caso El Jueves señor fiscal general del Estado, don Cándido Conde Pumpido, no es de carácter jurídico o judicial, como usted ha subrayado al decir, por ejemplo, que había que “restaurar el orden jurídico perturbado”. Si así fuere, sepa que no acabamos de entender la laxitud de los jueces ni del Ministerio Público, que usted representa con gran dignidad, frente a otros episodios mediáticos –casi cotidianos- que, como mínimo, rozan la infamia y la injuria. O la calumnia. Usted, por lo demás, no puede alegar ignorancia al respecto, porque usted mismo es víctima de las descalificaciones e insultos que se vierten en una muy pía cadena radiofónica contra todo aquel que no se ajuste al guión de la derechona política, mediática y religiosa. Contra la casa real, con frecuencia
No entendemos, Sr. Conde Pumpido, que la viñeta de El Jueves haya podido activar tanto el celo de la Fiscalía como del magistrado Juan del Olmo, hasta el punto de proceder al secuestro de una publicación, se trate lo reflejado en esa revista de una “grosería innecesaria” –según sus propias palabras-, mientras que la impunidad más absoluta protege, o parece proteger, a ciertos profesionales del insulto. No lo entendemos, francamente, aunque su decisión esté amparada, como es obvio, por la legislación vigente. Da la impresión de que hay dos varas de medir y que una de ellas ha actuado con suma urgencia debido a que la viñeta en cuestión afecta a la familia real. En este punto concreto, sin embargo –y al margen de otras consideraciones- ha sido peor el remedio que la enfermedad.
Nueva realidad tecnológica
Y es que ha sido un “secuestro inútil”, como apuntaba el editorialista de El País de ayer, argumentado a partir de la nueva realidad tecnológica, que hoy lidera, y en auge imparable, Internet. Mientras las autoridades judiciales decretaban el secuestro de El Jueves, esa viñeta circulaba por la Red a una velocidad sin precedentes y daba la vuelta a medio mundo y buena parte del otro medio. El secuestro judicial ha servido sobre todo para multiplicar hasta el infinito el impacto del semanario satírico. La justicia ha sido derrotada por Internet. La justicia se ha quedado obsoleta frente a Internet.
Gana Internet
Pero no sólo ha sido vencida, la justicia, por Internet. Sr. Conde Pumpido, usted sabe perfectamente que es imposible ponerle puertas al campo. Y eso es lo que ustedes han hecho sin tener en cuenta que a la Monarquía se le terminó hace tiempo ya el estado de gracia o, si se prefiere, la @bula@ implícita que existía desde los tiempos de la transición y que procuraba blindar al Rey de España. Paulatinamente esa tendencia –que era sensata y razonable, a la vista de las difíciles circunstancias por las que tenía que atravesar el proceso democrático- ha ido desvaneciéndose. Prima la libertad de expresión y pocos entienden que, cuando en política, como es lógico, abunda la crítica y también aumenta la desmesura, se intente aislar nada menos que al Jefe del Estado y a su entorno más inmediato de esa corriente cada vez más generalizada.
“¿Grosería inncesaria?”
¿Fue una “grosería innecesaria”, concepto que, por otra parte, poco o nada tiene que ver con el Código Penal, la que condujo a los medios de comunicación británicos a difundir aquella conversación –ardiente a la par que cutre desde la perspectiva sexual- del Príncipe Carlos, heredero de la Corona británica, y de su actual esposa, Camila Parker Bowles, bastantes años antes de su enlace matrimonial? Los reyes ya no son intocables. Ni aquí ni en país alguno democrático. Sus altos cargos institucionales son simbólicos. La soberanía reside en el pueblo; los reyes son soberanos sin soberanía. Y han de aceptar que, aunque se produzca a veces de forma abrupta y manifiestamente incorrecta, la crítica no puede ni debe excluirlos. La Monarquía española, impecablemente constitucional, ha dado muestras de su esfuerzo encomiable por modernizarse y adaptarse a la sociedad española. Que no es, ni de lejos, la de 1975.
En este capítulo, también
Ahora bien, una cosa es todo lo dicho y otra que, en este capítulo también, haya habido pescadores dispuestos a pescar en río revuelto. Tanto el PP como Libertad Digital y El Mundo han jugado a enfants terribles, cual si Acebes fuera Robespierre o, para ser más exactos, José Antonio, cuyo partido siempre se ha caracterizado por su alergia a la Monarquía. Por liberal, claro. O sea, que la derecha española es capaz de disfrazarse de ERC o de IU con tal de meterse con el Gobierno y con el fiscal general. Por cierto, Rajoy ni sabe ni contesta.
Enriq Sopena
No entendemos, Sr. Conde Pumpido, que la viñeta de El Jueves haya podido activar tanto el celo de la Fiscalía como del magistrado Juan del Olmo, hasta el punto de proceder al secuestro de una publicación, se trate lo reflejado en esa revista de una “grosería innecesaria” –según sus propias palabras-, mientras que la impunidad más absoluta protege, o parece proteger, a ciertos profesionales del insulto. No lo entendemos, francamente, aunque su decisión esté amparada, como es obvio, por la legislación vigente. Da la impresión de que hay dos varas de medir y que una de ellas ha actuado con suma urgencia debido a que la viñeta en cuestión afecta a la familia real. En este punto concreto, sin embargo –y al margen de otras consideraciones- ha sido peor el remedio que la enfermedad.
Nueva realidad tecnológica
Y es que ha sido un “secuestro inútil”, como apuntaba el editorialista de El País de ayer, argumentado a partir de la nueva realidad tecnológica, que hoy lidera, y en auge imparable, Internet. Mientras las autoridades judiciales decretaban el secuestro de El Jueves, esa viñeta circulaba por la Red a una velocidad sin precedentes y daba la vuelta a medio mundo y buena parte del otro medio. El secuestro judicial ha servido sobre todo para multiplicar hasta el infinito el impacto del semanario satírico. La justicia ha sido derrotada por Internet. La justicia se ha quedado obsoleta frente a Internet.
Gana Internet
Pero no sólo ha sido vencida, la justicia, por Internet. Sr. Conde Pumpido, usted sabe perfectamente que es imposible ponerle puertas al campo. Y eso es lo que ustedes han hecho sin tener en cuenta que a la Monarquía se le terminó hace tiempo ya el estado de gracia o, si se prefiere, la @bula@ implícita que existía desde los tiempos de la transición y que procuraba blindar al Rey de España. Paulatinamente esa tendencia –que era sensata y razonable, a la vista de las difíciles circunstancias por las que tenía que atravesar el proceso democrático- ha ido desvaneciéndose. Prima la libertad de expresión y pocos entienden que, cuando en política, como es lógico, abunda la crítica y también aumenta la desmesura, se intente aislar nada menos que al Jefe del Estado y a su entorno más inmediato de esa corriente cada vez más generalizada.
“¿Grosería inncesaria?”
¿Fue una “grosería innecesaria”, concepto que, por otra parte, poco o nada tiene que ver con el Código Penal, la que condujo a los medios de comunicación británicos a difundir aquella conversación –ardiente a la par que cutre desde la perspectiva sexual- del Príncipe Carlos, heredero de la Corona británica, y de su actual esposa, Camila Parker Bowles, bastantes años antes de su enlace matrimonial? Los reyes ya no son intocables. Ni aquí ni en país alguno democrático. Sus altos cargos institucionales son simbólicos. La soberanía reside en el pueblo; los reyes son soberanos sin soberanía. Y han de aceptar que, aunque se produzca a veces de forma abrupta y manifiestamente incorrecta, la crítica no puede ni debe excluirlos. La Monarquía española, impecablemente constitucional, ha dado muestras de su esfuerzo encomiable por modernizarse y adaptarse a la sociedad española. Que no es, ni de lejos, la de 1975.
En este capítulo, también
Ahora bien, una cosa es todo lo dicho y otra que, en este capítulo también, haya habido pescadores dispuestos a pescar en río revuelto. Tanto el PP como Libertad Digital y El Mundo han jugado a enfants terribles, cual si Acebes fuera Robespierre o, para ser más exactos, José Antonio, cuyo partido siempre se ha caracterizado por su alergia a la Monarquía. Por liberal, claro. O sea, que la derecha española es capaz de disfrazarse de ERC o de IU con tal de meterse con el Gobierno y con el fiscal general. Por cierto, Rajoy ni sabe ni contesta.
Enriq Sopena
1 comentario:
quien ha instado la retirada de la revista ?
Publicar un comentario