4 de junio de 2007

Optimismo versus realidad

Aunque, sin duda, cuando hablan las urnas, cuando se pronuncia el pueblo, poco margen queda para la interpretación, desde este espacio, que me brinda la SER, permítanme reflexionar al respecto, desde la humildad, desde mi posición de ciudadana, sin más intención que la de mostrar mi opinión.

Demasiado tiempo, lleva la derecha en Murcia, abusando de determinados latiguillos relacionados con el agua, como para pensar que sea esa la única razón que mueve a la ciudadanía a votar la opción política representada por el Partido Popular. Algo más, mucho más, ha de subyacer, bajo la ciudadanía regional, para que los resultados obtenidos sean los que finalmente se dieron el pasado domingo. En el libro “El otro estado de la Región”, publicado por el Foro Social Ciudadano de la Región de Murcia, María Teresa Pérez Picazo, apela a razones históricas, buscando elementos que clarifiquen las características que conforman la actual sociedad murciana. Encuentra claves que explican la tendencia electoral, de la reciente historia democrática en Murcia, de aplastantes mayorías absolutas, con gobiernos de partido único, y todo lo que ello conlleva en el resto de estamentos sociales. María Teresa, se remonta al medievo, al despoblamiento y a la posterior repoblación, para explicar una concreción poblacional que origina importantes núcleos urbanos cuya influencia aniquila las estructuras rurales. Todo ello deviene hacia una sociedad donde las oligarquías acaparan toda la representatividad, y el pueblo delega en ellas, inhibiéndose de todas aquellas cuestiones que pudieran afectarle. A la postre, ese escenario histórico ha determinado una sociedad murciana actual poco diversa en lo ideológico, poco participativa en lo social, complaciente con el poder establecido, con un grado crítico escaso, capaz de asumir amplísimos márgenes de consentimiento a la hora de exigir cuentas a los gestores de turno.


Si además añadimos que la cultura del dinero fácil ha acabado por imponerse, por instalarse en nuestra sociedad, nos encontramos ante un panorama poco halagüeño, para un futuro inmediato, pero no por ello imposible de revertir. Una vez más, nunca han dejado de serlo, son la educación y la cultura, las únicas, e importantísimas herramientas, que habrán de seguir dando forma al futuro; un futuro donde primen la pluralidad, la diversidad ideológica, el respeto por nuestros espacios naturales; que huya de la especulación, del dinero fácil; un futuro que impele hacia una demanda participativa ciudadana donde, los ciudadanos, no nos limitemos a echar una papeleta cada cuatro años en una urna, y hagamos dejación de nuestra honrosa condición ciudadana, delegando, exclusivamente, en los gobernantes de turno, nuestras inquietudes, preocupaciones e ilusiones.


Quiero ser optimista, preciso ser optimista, no estoy dispuesta a bajar la guardia; en la medida de mis posibilidades, aportaré mi granito de arena para gestar un futuro esperanzador.


Muchas gracias.


Carmen García Camacho

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