La capacidad de Pedro J. Ramírez para ejercer simultáneamente de pirómano y de bombero es asombrosa. Si no fuera porque contribuye desde su periódico a avivar las llamas que pueden dañar gravemente las instituciones democráticas -aunque luego se presente ante la opinión pública como un benemérito extintor de incendios-, su habilidad podría desarrollarla, incluso de modo profesional, en el Circo Soleil, el de mayor prestigio.
Portada de ayer en El Mundo: “El PSC advierte a De la Vega que si cae el Estatuto cae el Gobierno”. ¡Menuda primicia! No hace falta que el PSC advierta al Ejecutivo del riesgo. Lo ve hasta un ciego. Es exactamente por eso por lo que el PP declaró la guerra al nuevo Estatut desde que empezó. La derecha española tiende a alimentarse del conflicto y de la crispación.
La persecución
La persecución desatada contra el Estatut pretende enviar un obús a la línea de flotación del Gobierno. O sea, intenta hundir al Gobierno. Hacerlo caer, desde luego. Liquidar políticamente a José Luis Rodríguez Zapatero. Si fallara ETA –es decir, si los terroristas no volvieran a sus atentados mortales de forma regular-, el plan bis al alcance de Mariano Rajoy para habitar en la Moncloa pasa por el Estatut.
Situación límite
O, mejor dicho, pasa por el hecho de que el Estatut sea derogado en sus aspectos más importantes por el Tribunal Constitucional (TC). Ello conduciría a Cataluña hacia una situación límite, mientras Zapatero sería despojado de uno de sus trofeos más preciados, aquel por el que tantos contratiempos tuvo que soportar hace ahora menos de un año.
Ferraz y Nicaragua
¿Por qué entonces aparece el PSC en escena de la manera que lo presenta El Mundo? Porque así Ramírez sugiere sin explicitarlo que, en el seno del PSOE, ha vuelto la tirantez entre los socialistas catalanes y los del resto de España. Algunas hogueras chamuscando las relaciones entre Ferraz (Madrid) y Nicaragua (Barcelona) vendrían como anillo al dedo a los cerebros de la derecha que han urdido el golpe de mano en el Tribunal Constitucional y que sitúa el futuro del Estatut en zona de gran incertidumbre.
Un escarnio
Desde las páginas del diario de Ramírez, desde la COPE y desde ABC han disparado con éxito a la cabeza del magistrado Pérez Tremps, acusado de haber redactado un informe encargado por la Generalitat de Jordi Pujol, cuyo partido se negaba en esa época a renovar el Estatut de 1979. Sucedió mucho antes de que fuera nombrado magistrado del Constitucional. Fue un estudio o dictamen habitual entre los catedráticos y especialistas de cualquier materia. Es un escarnio que, además, le acusen de haber cobrado 6000 euros por su trabajo. ¿Tenía que trabajar gratis?
Montaje indigno
Todo esto es un montaje indigno, sobre todo para quienes –siendo sumos sacerdotes de la Constitución- se han prestado a condenar a un compañero que es inocente, cuando uno de ellos, Rodríguez-Zapata, redactó un informe similar, siendo juez del Tribunal Supremo. Y otro magistrado del TC, el franquista García-Calvo, ha escrito contra el Estatut al dictado de Rajoy.
Cazadores de brujas
El periodista incendiario echa ahora la culpa de las llamas que amenazan al Constitucional a la presidenta de este Tribunal, Emilia Casas, que es otra progresista que se encuentra en el punto de mira de los cazadores de brujas. “¿Permitirá María Emilia Casas la autodestrucción del TC?”, se preguntaba ayer cínicamente el editorial de El Mundo.
Crisis sin salida
Ni el PP ni su coro mediático dejan salida alguna a la crisis. El desautorizado Tremps no debe renunciar a su cargo. Si lo hace, no debe ser sustituido, a pesar de la ley reguladora del TC. Y si finalmente se va y es reemplazado, “sería un fraude de ley”. Los conservadores creen tener el futuro del Estatut en sus manos, desprecian el veredicto de las urnas y se relamen de gusto imaginando que 27 años después de la dimisión de Suárez, podría producirse la segunda dimisión de un presidente democrático.
Portada de ayer en El Mundo: “El PSC advierte a De la Vega que si cae el Estatuto cae el Gobierno”. ¡Menuda primicia! No hace falta que el PSC advierta al Ejecutivo del riesgo. Lo ve hasta un ciego. Es exactamente por eso por lo que el PP declaró la guerra al nuevo Estatut desde que empezó. La derecha española tiende a alimentarse del conflicto y de la crispación.
La persecución
La persecución desatada contra el Estatut pretende enviar un obús a la línea de flotación del Gobierno. O sea, intenta hundir al Gobierno. Hacerlo caer, desde luego. Liquidar políticamente a José Luis Rodríguez Zapatero. Si fallara ETA –es decir, si los terroristas no volvieran a sus atentados mortales de forma regular-, el plan bis al alcance de Mariano Rajoy para habitar en la Moncloa pasa por el Estatut.
Situación límite
O, mejor dicho, pasa por el hecho de que el Estatut sea derogado en sus aspectos más importantes por el Tribunal Constitucional (TC). Ello conduciría a Cataluña hacia una situación límite, mientras Zapatero sería despojado de uno de sus trofeos más preciados, aquel por el que tantos contratiempos tuvo que soportar hace ahora menos de un año.
Ferraz y Nicaragua
¿Por qué entonces aparece el PSC en escena de la manera que lo presenta El Mundo? Porque así Ramírez sugiere sin explicitarlo que, en el seno del PSOE, ha vuelto la tirantez entre los socialistas catalanes y los del resto de España. Algunas hogueras chamuscando las relaciones entre Ferraz (Madrid) y Nicaragua (Barcelona) vendrían como anillo al dedo a los cerebros de la derecha que han urdido el golpe de mano en el Tribunal Constitucional y que sitúa el futuro del Estatut en zona de gran incertidumbre.
Un escarnio
Desde las páginas del diario de Ramírez, desde la COPE y desde ABC han disparado con éxito a la cabeza del magistrado Pérez Tremps, acusado de haber redactado un informe encargado por la Generalitat de Jordi Pujol, cuyo partido se negaba en esa época a renovar el Estatut de 1979. Sucedió mucho antes de que fuera nombrado magistrado del Constitucional. Fue un estudio o dictamen habitual entre los catedráticos y especialistas de cualquier materia. Es un escarnio que, además, le acusen de haber cobrado 6000 euros por su trabajo. ¿Tenía que trabajar gratis?
Montaje indigno
Todo esto es un montaje indigno, sobre todo para quienes –siendo sumos sacerdotes de la Constitución- se han prestado a condenar a un compañero que es inocente, cuando uno de ellos, Rodríguez-Zapata, redactó un informe similar, siendo juez del Tribunal Supremo. Y otro magistrado del TC, el franquista García-Calvo, ha escrito contra el Estatut al dictado de Rajoy.
Cazadores de brujas
El periodista incendiario echa ahora la culpa de las llamas que amenazan al Constitucional a la presidenta de este Tribunal, Emilia Casas, que es otra progresista que se encuentra en el punto de mira de los cazadores de brujas. “¿Permitirá María Emilia Casas la autodestrucción del TC?”, se preguntaba ayer cínicamente el editorial de El Mundo.
Crisis sin salida
Ni el PP ni su coro mediático dejan salida alguna a la crisis. El desautorizado Tremps no debe renunciar a su cargo. Si lo hace, no debe ser sustituido, a pesar de la ley reguladora del TC. Y si finalmente se va y es reemplazado, “sería un fraude de ley”. Los conservadores creen tener el futuro del Estatut en sus manos, desprecian el veredicto de las urnas y se relamen de gusto imaginando que 27 años después de la dimisión de Suárez, podría producirse la segunda dimisión de un presidente democrático.
¿Son comportamientos neofascistas los que protagoniza estos días el PP?
Enriq Sopena
1 comentario:
Estos días y siempre, quieren conseguir como sea lo que las urnas les negaron, es la derecha rancia y golpista de toda la vida.
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