El 28 de noviembre de 1999, horas después de que ETA anunciara la ruptura de la tregua, Aznar compareció ante la ciudadanía: “El Gobierno ha hecho, hace y hará todo cuanto esté en su mano por buscar los caminos de una paz definitiva (…) Tengo la seguridad de que triunfará la voluntad de paz que todos los españoles compartimos y que entre todos haremos realidad ese camino de esperanza”.
El 21 de enero, ETA asesinaba al teniente coronel Blanco.
De nada sirvió que, durante la tregua, el Gobierno se reuniera con los jerifaltes de la banda.
De nada sirvió que, durante la tregua, el Gobierno se reuniera con los jerifaltes de la banda.
Lo recordó el presidente: “Se produjo un primer contacto. Convenido un segundo encuentro, se suspendió unilateralmente por la otra parte. (…) Convenido otro encuentro, la organización terrorista también lo suspendió unilateralmente”. Fue la cúpula de ETA, pues, la que se negó a celebrar nuevos encuentros con el Gobierno. ¡No al revés!
Presos y exiliados
Aznar aprovechó para evocar su buena voluntad con los etarras: “El Gobierno ha adoptado decisiones significativas en materia penitenciaria. El Gobierno ha promovido fórmulas que facilitaran el regreso de aquellos que por su relación pasada con la violencia terrorista residían fuera de España”. Es decir, el Gobierno del PP movió ficha en cuanto a los presos y exiliados de ETA. No derrota, sino paz Aznar fue más lejos.
Mantuvo abierta la puerta a la conversión de ETA: “El Gobierno ha hecho, hace y hará todo cuanto esté en su mano por buscar los caminos de una paz definitiva (…) Tengo la seguridad de que triunfará la voluntad de paz que todos los españoles compartimos y que entre todos haremos realidad ese camino de esperanza”.
Aznar no habló de derrota -como exigió Rajoy a Zapatero el 30 de diciembre de 2007-, sino de “paz definitiva”.
Antes y después
El 29 de noviembre, dos meses antes de la vuelta de ETA a sus crímenes, el portavoz del Ejecutivo, Piqué, manifestó: “El Gobierno está dispuesto a seguir trabajando por la paz”. El 7 de enero de 2000, a dos semanas del asesinato del teniente coronel Blanco, Piqué proclamó: “El Gobierno se ha movido antes y después” de la ruptura de la tregua. El vicepresidente del Gobierno, Cascos, tres semanas después del final de la tregua, añadió: “Estamos dispuestos a hablar (con ETA), hemos estado dispuestos a dialogar, hemos actuado con responsabilidad y con transparencia y, a pesar de eso, no ha sido posible”. También se pronunció Mayor Oreja: “No hemos desaprovechado una oportunidad para la paz”.
“Se ha invitado a personas…”
En enero de 2000, Àngels Barceló entrevistó para Tele 5 a Aznar. El presidente se vanaglorió de sus actos en busca del acuerdo con ETA: “En la política penitenciaria se han dado pasos muy importantes. Ha habido diálogos con la organización terrorista, ha habido diálogo con las organizaciones que apoyan a la organización terrorista. Es decir, ha habido muchas iniciativas. Se ha invitado a personas que estaban fuera del país a que volvieran y se ha impuesto por encima de todo una clara voluntad de paz (…)”.
La memoria reciente
El PP rechaza la memoria histórica referida al 36, la guerra y la dictadura. Peor aún. La derecha repudia, olvida o niega la memoria reciente. He trascrito literalmente frases inequívocas que desmontan las teorías que sostienen los falaces genoveses. Existió la tregua de 1998-99 y el Gobierno –como mínimo- se comprometió a fondo con la vía del diálogo, de las concesiones penitenciarias y del regreso a España de gentes con delitos de sangre.
Desde la transición
Estos días presenciamos, con estupor y sonrojo, el linchamiento mediático y político al que está siendo sometido Zapatero. Desde la transición hasta el presente, jamás había asistido –en orden a la política antiterrorista de cualquiera de los Gobiernos- a un espectáculo más ruin, más despreciable y más depredador de la verdad que el actual.
Las falsedades cotizan alto
La prensa conservadora –tres periódicos de ámbito nacional, dos cadenas radiofónicas de gran cobertura y, al menos, una cadena de televisión- viene actuando al estilo del Tribunal de la Inquisición. En la otra orilla, no faltan los pusilánimes o los que prefieren no arriesgar. La sentencia del Santo Oficio Mediático estaba redactada antes de empezar el juicio. Zapatero, culpable. ¿De qué? De todo. Incluso de la salvajada del 30 de diciembre. La derecha –política y mediática- ha visto hueco y no cejará hasta convertir la T-4 en el prólogo de la victoria. El terrorismo es sólo el pretexto. Lo único que les importa es el poder. Cueste lo que cueste. A cualquier precio. Las falsedades cotizan alto.
Enriq Sopena
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