3 de diciembre de 2006

Navidad, derroche energético

Unas semanas antes de Navidad y las calles de nuestras ciudades comienzan decorándose con el tradicional alumbrado navideño. Más allá de lo que puedan gustar estos adornos, es necesaria una llamada de atención sobre el despilfarro energético y el impacto ambiental que supone este tipo de ornamentación Navideño. El año pasado, el ayuntamiento de Murcia instaló 360.000 bombillas y 647.000 microbombillas lo que supuso un derroche significativo de energía, en función exclusivamente de criterios mercadotécnicos y consumistas, en un momento en el que las administraciones públicas municipales debieran llamar a los murcianos y murcianas a un consumo responsable y con pautas de ahorro. La obtención de energía necesaria para el alumbrado navideño en Murcia el pasado año supuso la emisión a la atmósfera en torno a 800 toneladas de CO2, el principal gas responsable del efecto invernadero. La energía eléctrica no es un recurso ilimitado, su producción, transporte y distribución genera impactos ambientales, contaminación atmosférica, contribución al efecto invernadero y cambio climático. La producción de electricidad constituye una de las principales causas de la destrucción de nuestro medio ambiente, ya que un 48,3% tiene su origen en combustibles fósiles y el 23,9% proviene de las centrales nucleares. Abruma pensar la cantidad de energía que puede llegar a consumirse de un modo tan superfluo en todas la ciudades y pueblos de nuestra región durante estas fechas. Y es que aunque los recibos de la luz los paga cada ayuntamiento (por supuesto, al final cada ciudadano/a), la factura medioambiental en forma de cambio climático, lluvia ácida, residuos nucleares o contaminación, la pagamos todo el estado y en definitiva, todo el planeta. El consumo eléctrico de las luces navideñas viene a estar cubierto en aproximadamente un 50% por centrales térmicas que generan y emiten toneladas de CO2 a la atmósfera. Un regalo de navidad para el efecto invernadero que causa el cambio climático. Un 20% de este consumo estará generado por centrales nucleares, con el consiguiente riesgo de accidente y la generación de residuos radiactivos que permanecen peligrosos durante cientos de miles de años. El mejor regalo que nuestros ayuntamientos pueden hacer a sus ciudadanos y a la ciudadanía global es reducir significativamente este absoluto despilfarro energético y no contribuir con él al cambio climático. Es un derroche de luz, un lujo que sólo podremos permitirnos en los países enriquecidos, sin olvidar por otra parte, que una de las razones principales por las que se realiza este encendido de luces es para fomentar el consumo en las fechas navideñas. Este consumo está enmarcado en un modelo en el que se produce una sobreexplotación de los recursos y una generación insostenible de residuos. Si continuamente se pide que, en nuestras casas, sólo utilicemos la luz que necesitamos, por qué no vamos a hacer lo mismo en nuestras ciudades. Se podría invocar el Protocolo de Kioto, que España va a incumplir, para legitimar esta reivindicación, pero si nos apoyamos sólo en el sentido común, medidas como la reducción, en días y volumen, del alumbrado navideño suponen un importante beneficio para el medio ambiente, sin suponer ninguna pérdida de calidad de vida para nadie.
Racionalizar el gasto público, reducir este despilfarro energético y no contribuir con él al cambio climático. Esto generaría un ahorro presupuestario que permitiría una mayor inversión en actividades sociales o de preservación del medio ambiente en nuestros municipios.
Pedro Belmonte y Héctor Quijada son miembros de Ecologistas en Acción-Región Murciana

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