La COPE y ABC

Aprovechando la reciente visita de Benedicto XVI a Valencia, alguien podría haberle hecho escuchar al pontífice una selección con los mejores momentos, una especie de Grandes éxitos, de la COPE, nuestra inefable y nada evangélica emisora episcopal. Sabría así el Papa, de primera mano y sin intermediarios, cómo se las gastan los representantes en España de la multinacional que él dirige con mano de hierro.

Nuestros obispos, que comen tres veces al día y toman postre, faltaría más, no tienen tiempo, entre comida y comida, para acabar con el bochorno y la vergüenza de una sintonía en la que son moneda corriente la denigración sistemática del adversario, el insulto, la desmesura y el tono histérico, faltón, zumbón y gritón.

Nuestros obispos callan y otorgan. Ellos sabrán. Lo curioso es que desde hace un tiempo, el furor de esta malsana emisora desde la que se envenena el aire de España se dirige, en una estúpida lucha cainita, a sembrar cizaña contra el medio que tradicionalmente ha sostenido el discurso más civilizado y presentable de la derecha y de la propia Iglesia católica: el diario ABC y, por extensión, el grupo Vocento. Y aquí me tienen, quién lo iba a decir, agnóstico convencido, defendiendo a ABC de esta jauría que se niega, con el silencio hipócrita de muchos de nuestros obispos y quién sabe si hasta con una secreta complacencia, a soltar a su presa.

Aurelio Antonio Martínez Martínez