Querida
Pepa;
Qué
poco veneran a tu nieta, tataranieta o lo que sea. Ya es toda una
mujer pero qué poquito la respetan. Ahora que cumple 33 años,
cualquiera diría que está muerta o que le ha llegado la hora como a
Jesucristo. Ahora que su día sólo se utiliza para criticar si somos
mas o menos productivos en un puente. Hace justo un año, una huelga
de controladores aéreos hizo que el gobierno decretara el Estado de
Alerta de nuestro país por primera vez en la historia de la
democracia. Y de esa historia democrática, cuna que meció a tu
nieta, de eso quería hablarte. Cuentan que tu nieta llegó entre
algodones. Y yo que aún no he cumplido los 30, me duele verla tan
desprestigiada. Dicen que si por algo se ha caracterizado el s. XX ha
sido por las revoluciones culturales, los cambios tecnológicos y el
asentamiento de eso que llaman el Estado del Bienestar. Para que tu
lo entiendas querida Pepa, un estado como el nirvana en el que tu
nieta era una Carta Magna, digna de estudio en los centros escolares,
y análisis para los académicos, pero que cuando realmente ha hecho
falta no se ha consultado. Y ella no ha sufrido acontecimientos
bélicos como tú, ni fiebres amarillas, ni ha llegado a valorar
nunca el derecho de voto femenino, porque aunque nació en un período
de transición, hoy en día no carece de valor ninguno. Qué curioso
que en tan sólo 33 años haya pasado de ser el ancla de los
principios democráticos a ser un panfleto con el que los mercados
embalan los talonarios. Y su padrino, todavía nuestro Rey, no podrá
verla como cada 6 de diciembre porque una ceguera circunstancial no
le permitirá comprobar si sigue igual de “utópica”. Y qué
puedes hacer tu, querida Pepa, con casi 200 años encima, qué puedes
hacer tu con tu nieta para darle un futuro de provecho, si allí
donde nació el sentimiento democrático, entre los ropajes del
Olimpo ya la enterraron entre monedas griegas. Y qué puedes hacer
tú, querida Pepa, si hay quién llora en la Italia cuando tiene que
aplicar recortes en contra de ese bienestar que te contaba. Y qué
puedes hacer tu, querida Pepa, si en una monarquía parlamentaria, ni
la monarquía respeta que los mantengamos ni el parlamento está para
que dialoguemos. Por cierto, que tu nieta, también pertenece a esa
generación del botellón porque casualmente la modificaron en una
noche con un cubata de alevosía… Y también sufre una nueva
enfermedad que se llama colesterol, donde las grasas mercantilistas
están acabando con el latido de su corazón.
Yo
no se qué puedes hacer por tu nieta, pero esta pérdida de
libertades hace que ya nadie crea en ella. Si vieras como ha cambiado
el sistema, ahora todo se controla mediante una moneda a la que
llamaron euro para crear un continente unido, es más joven que tu
nieta pero da muchos mayores dolores de cabeza. Por cierto, que le ha
salido una pariente llamada prima de riesgo, que es la que se la
lleva de juerga y no deja que estudie y se haga una mujer de
provecho. Si pudieras pasarte un día por estos lares querida Pepa y
comprobar que sólo quedan principios en la calle. Ojalá llegues a
entender del todo esta carta y comprendas que ahora los artículos se
han cambiado por twits, porque tu nieta es sólo papel mojado y el
verdadero espíritu democrático está en las redes sociales. Recibe
esta carta de la mano de una joven que no entiende la supremacía con
la que fue parida tu nieta, sólo han pasado 33 años y ya se ha
quedado obsoleta. Un cordial saludo, querida Pepa.
Vanesa
Navarro Calero
1 comentario:
Si todo el mundo tuviera la facilidad de hablar y escribir como tu lo haces, de otra época hablaríamos. No había visto nunca una crítica tan decentemente escrita y tan exquisita. Mil felicitaciones.
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