7 de diciembre de 2011

Querida Pepa


Querida Pepa;


Qué poco veneran a tu nieta, tataranieta o lo que sea. Ya es toda una mujer pero qué poquito la respetan. Ahora que cumple 33 años, cualquiera diría que está muerta o que le ha llegado la hora como a Jesucristo. Ahora que su día sólo se utiliza para criticar si somos mas o menos productivos en un puente. Hace justo un año, una huelga de controladores aéreos hizo que el gobierno decretara el Estado de Alerta de nuestro país por primera vez en la historia de la democracia. Y de esa historia democrática, cuna que meció a tu nieta, de eso quería hablarte. Cuentan que tu nieta llegó entre algodones. Y yo que aún no he cumplido los 30, me duele verla tan desprestigiada. Dicen que si por algo se ha caracterizado el s. XX ha sido por las revoluciones culturales, los cambios tecnológicos y el asentamiento de eso que llaman el Estado del Bienestar. Para que tu lo entiendas querida Pepa, un estado como el nirvana en el que tu nieta era una Carta Magna, digna de estudio en los centros escolares, y análisis para los académicos, pero que cuando realmente ha hecho falta no se ha consultado. Y ella no ha sufrido acontecimientos bélicos como tú, ni fiebres amarillas, ni ha llegado a valorar nunca el derecho de voto femenino, porque aunque nació en un período de transición, hoy en día no carece de valor ninguno. Qué curioso que en tan sólo 33 años haya pasado de ser el ancla de los principios democráticos a ser un panfleto con el que los mercados embalan los talonarios. Y su padrino, todavía nuestro Rey, no podrá verla como cada 6 de diciembre porque una ceguera circunstancial no le permitirá comprobar si sigue igual de “utópica”. Y qué puedes hacer tu, querida Pepa, con casi 200 años encima, qué puedes hacer tu con tu nieta para darle un futuro de provecho, si allí donde nació el sentimiento democrático, entre los ropajes del Olimpo ya la enterraron entre monedas griegas. Y qué puedes hacer tú, querida Pepa, si hay quién llora en la Italia cuando tiene que aplicar recortes en contra de ese bienestar que te contaba. Y qué puedes hacer tu, querida Pepa, si en una monarquía parlamentaria, ni la monarquía respeta que los mantengamos ni el parlamento está para que dialoguemos. Por cierto, que tu nieta, también pertenece a esa generación del botellón porque casualmente la modificaron en una noche con un cubata de alevosía… Y también sufre una nueva enfermedad que se llama colesterol, donde las grasas mercantilistas están acabando con el latido de su corazón.


Yo no se qué puedes hacer por tu nieta, pero esta pérdida de libertades hace que ya nadie crea en ella. Si vieras como ha cambiado el sistema, ahora todo se controla mediante una moneda a la que llamaron euro para crear un continente unido, es más joven que tu nieta pero da muchos mayores dolores de cabeza. Por cierto, que le ha salido una pariente llamada prima de riesgo, que es la que se la lleva de juerga y no deja que estudie y se haga una mujer de provecho. Si pudieras pasarte un día por estos lares querida Pepa y comprobar que sólo quedan principios en la calle. Ojalá llegues a entender del todo esta carta y comprendas que ahora los artículos se han cambiado por twits, porque tu nieta es sólo papel mojado y el verdadero espíritu democrático está en las redes sociales. Recibe esta carta de la mano de una joven que no entiende la supremacía con la que fue parida tu nieta, sólo han pasado 33 años y ya se ha quedado obsoleta. Un cordial saludo, querida Pepa.




Vanesa Navarro Calero





1 comentario:

Mariana Lewis dijo...

Si todo el mundo tuviera la facilidad de hablar y escribir como tu lo haces, de otra época hablaríamos. No había visto nunca una crítica tan decentemente escrita y tan exquisita. Mil felicitaciones.

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