28 de marzo de 2008

Tiempo de etiquetas

Cada vez que el ex presidente Aznar hace algún tipo de declaración ante los medios es para echarse a temblar o, mejor dicho, para echarse a llorar.

Este sujeto es un peligro público cuando habla. Y no me preocuparía si su opinión fuera anónima, pero es que esta pobre alma de cántaro valiéndose de su condición de ex presidente anda predicando simplezas por el mundo creyéndose que emite sentencias de sabio.

Siento vergüenza ajena cuando este embajador patrio nos intenta representar a los españoles.

Siento pena de que un personaje que nos ha gobernado durante dos legislaturas, lejos de reconocer su error por haber apoyado la decisión de una guerra que fue justificada con mentiras y diseñada por intereses bastardos, diga ahora ante el mundo, entre otras lindezas, que no se siente culpable y que volvería a hacer lo mismo; que la situación de Irak no es una situación idílica pero sí una situación muy positiva.

Una de dos, o este hombre anda escaso de entendimiento, o ha perdido el juicio.

En estos tiempos de la hipercomunicación hay un lenguaje al que nos vamos acostumbrado de forma prácticamente inconsciente: el lenguaje de las etiquetas.

En informática e internet todos los contenidos están etiquetados; clasificados en categorías que sirven para agrupar conceptos, datos, productos y contenidos.

De esta forma se puede buscar información sobre un mismo tema a una velocidad de vértigo.

Sin embargo, cuando esto se aplica a las personas de una forma sistemática y masiva, es cuando asistimos con cierto estupor al etiquetado de las cosas más inverosímiles.

Estamos rodeados por estudios de pacotilla y encuestas de andar por casa, que nos desvelan lo que está de moda, las tendencias, lo que si y lo que no, pero lo hacen con tal frecuencia que casi continuamente se transmite la sensación de que «no estás a la moda» en muchos aspectos, un renovarse o morir, que resulta vertiginoso.

Este tipo de comportamiento actúa como una mano que nos empuja y que suele ir más deprisa que nuestros pies.

Algunas de las consecuencias de todo esto se reflejan en un consumo banal y sin sentido (que financia a los que nos etiquetan).

Y en unos estereotipos que marginan a los/las que quedan fuera o bien en unas relaciones sociales en las que la gente se etiqueta mutuamente y genera prejuicios que no benefician a nadie. ¿O sí?.

Ignacio Caballero Botica

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este señor fué un gran presidente de los españoles perdon quise decir gran ASESINO, lo demas esta correctamente escrito, segun mi criterio.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...