
María Durán Fernández, que asistió al Colegio de las Hnas. Caridad de Cehegín para recibir sólo una enseñanza elemental, creció cerca de la iglesia de Sta. María Magdalena y bajo la sombra del "arco de la plaza" y del desaprecido castillo musulmán.
Su juventud, en la pescadería de sus padres, que más tarde emigrarían a Barcelona, fue adquiriendo una madurez que, junto a Antonio Ibernón, su esposo, ofreció su fruto más preciado: sus hijos y, más tarde, sus nietos.
Su poesia, sencilla, natural, espontánea pero profunda, es sólo una forma más de su deseo de expresar sus vivencias y sentimientos. Es una poesia sin escuela, libre de academicismos, que mantiene su frescura cuando es puesta en boca de su autora: la atracción de su poesia se torna en seducción cuando es María quien la anuncia, heciendo revivir cada uno de sus versos, cada una de sus palabras. Ha recitado en localidades y actos diversos (Cehegín, Caravaca, Abarán, Archena, Hellín, Cartagena, La Unión, Casino de Murcia), recibiendo siempre un notable reconocimiento, entusiasmando y llegando al corazón de todos sus oyentes.
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