Cualquier
descenso en el número de parados es una buena noticia. Dicho esto no se deben
lanzar las campanas al vuelo cuando el número de los mismos es alarmantemente
escandaloso e inasumible, cuando el desempleo campa a sus anchas entre nuestros
jóvenes sin obviar el desánimo de un volumen creciente de trabajadores de larga
duración que dejan de registrarse y, por tanto, no computan en las listas del
paro o aquellos que directamente se van fuera a buscar lo que es tarea imposible en nuestro país. El muy poco trabajo que se consigue es, en su
mayoría, precario y es aceptado ante la falta de alternativas y esperanza. El
PP está logrando lo que pretendía desde un inicio y es su verdadero programa
electoral: ir “en la buena dirección”
para sus bastardos intereses.
Prefieren rescatar a la banca o autopistas lo que
les define sin sonrojarse. Las personas nada les importamos.