17 de octubre de 2006

Contra la pobreza

Las modernas movilizaciones civiles contra la pobreza vienen cada día más acompañadas de una profusa información estadística y pueden incluso manifestarse casi simultáneamente en cualquier rincón del planeta. Sin embargo, esa dimensión global y espectacularidad mediática -como la de la campaña iniciada ayer bajo el lema «Rebélate contra la pobreza. Más hechos y menos palabras»- no suele venir acompañada de una eficacia equivalente. Lo que no invalida en absoluto unas iniciativas que al menos ponen en evidencia la hipocresía, por no decir vergonzosa irresponsabilidad, de incumplimientos tan lamentables como el de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio firmados por 190 países en 2000 en el marco de Naciones Unidas.
Resulta lacerante recordar que 800 millones de personas llegan literalmente hambrientas al final de cada jornada, que en el mismo espacio de tiempo mueren 30.000 niños por culpa de la pobreza, que más de 100 millones de menores no pueden escolarizarse o que 650 millones de personas no disponen de agua potable y 2.170 millones de servicios de saneamiento. Es por ello que a lo largo de esta semana centenares de organizaciones van a tratar de llamar la atención en más de setenta países sobre el fracaso de la comunidad internacional en su intento de erradicar la pobreza en el mundo. El objetivo de esta iniciativa es sensibilizar a la ciudadanía de que erradicar la pobreza es posible, aunque para ello sea necesario «exigir a los representantes políticos la voluntad política necesaria para convertir las promesas en acciones reales». Pero, una vez más, la buena voluntad de miles de personas y organizaciones va a darse de bruces con la realidad de un objetivo -el del Milenio- sobre el que no se pueden albergar ya demasiadas esperanzas, máxime cuando las ayudas al desarrollo de los países ricos han disminuido un 25% en el último decenio ante las escasas garantías de honestidad de los gobernantes de países receptores o frente a egoísmos tan estrepitosos como el que ha echado por tierra los esfuerzos de la Organización Mundial del Comercio para abrir los mercados mundiales; una medida que sí que habría permitido a muchos países acceder realmente a los beneficios de la globalización y dejar de depender exclusivamente de las ayudas internacionales.
En el balance de la lucha contra la pobreza hay más sombras que luces, pero son estas últimas, materializadas en programas como los de los microcréditos para mujeres del banquero Yunus, los programas antisida y de escolarización de la Fundación de Bill Gates o los de sanidad pública o escolarización de algunas oenegés especializadas, las que siguen manteniendo viva la esperanza de que con una firme voluntad se consigue finalmente llegar a quienes más lo necesitan. Si con las movilizaciones de esta semana se insufla un mínimo aliento a quienes siguen dejándose la piel en la desigual batalla contra la pobreza, ya se habrá conseguido una cuota de éxito nada despreciable.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy bueno Kicogol

Gracias por pasarte por aqui.

Saludos

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